Opinión

¿Por fin, consenso?

Después de un período de sesiones parlamentarias particularmente broncas que hacían temer el inicio de una nueva etapa de crispación política, el mes de junio se salda al final con importantes pactos que por el contrario hacen recordar el espíritu de consenso y reconstrucción nacional que alentó la Transición democrática en el siglo pasado. Por una parte, la mayoría de los partidos parlamentarios —PSOE, Partido Popular, Unidas Podemos, Ciudadanos, PNV, Mas País, UPN, Foro Asturias, Teruel Existe y los partidos regionalistas de Canarias y Cantabria—, dejando a un lado sus grandes diferencias ideológicas, han apoyado, con un total de 265 votos favorables, el decretoley que ha de regular las medidas sanitarias y preventivas frente a la epidemia de la Covid-19, dentro del marco de la llamada nueva normalidad mientras no se descubra una vacuna o remedio eficaz.

Decreto que a instancias del PP se tramitará como proyecto de ley, lo que permitirá la introducción de enmiendas y correcciones al borrador gubernamental por parte de los partidos de la oposición.

Por otra parte, se ha logrado un decisivo acuerdo entre los agentes sociales (sindicatos y organizaciones empresariales), con la mediacion del Gobierno, para prolongar los Ertes hasta el 30 de septiembre, lo que permite albergar esperanzas de cara a una salida negociada de la crisis económica desencadenada por la pandemia, de forma similar a como se consiguió superar la de los años setenta por medio de los Pactos de la Moncloa.

Es obvio que la gravedad de la situación, así como el reparto de competencias entre Gobierno central y comunidades autónomas —dos de las cuales, además, se encuentran estos días en plena campaña electoral— han contribuido a esta especie de ‘luna de miel’ política en la que se impone la concordia sobre el enfrentamiento.

Pero es de desear que no se trate de un efluvio pasajero, como el que tuvo lugar entre marzo y abril cuando se aprobaron casi por unanimidad las sucesivas prórrogas del estado de alarma, y que la racionalidad, el diálogo y el consenso se instalen de forma perdurable en la política española por el bien del país.

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