Opinión

Rusia vencerá pero no convencerá

La premonitoria frase "vencer no es convencer" (o Qvenceréis pero no convenceréis", según otra versión), que se asegura que Miguel de Unamuno pronunció en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936 ante un público fundamentalmente franquista, (entre el que se encontraban Millán Astray y Carmen Polo), resulta de plena aplicación a la actual invasión rusa de Ucrania, y no me cabe la menor duda de que el ilustre catedrático y escritor vasco, si levantara hoy la cabeza, se la espetaría ante sus narices al propio Putin sin remilgos. Y es que, en efecto, todos sabemos que Rusia, el país más grande del mundo y una de las dos mayores potencias nucleares del planeta, va a ganar la injusta guerra de agresión que ha iniciado el pasado día 24, y hasta es posible que lo haga en un tiempo récord dada su avasalladora superioridad militar. Pero no es menos cierto que su victoria material se verá acompañada de una completa derrota moral, la de quien ha hecho caso omiso de todas las apelaciones a la sensatez y ha pisoteado las reglas del derecho, abrazando una suerte de nihilismo o irracionalidad que terminará por volverse en su contra. Habrá vencido por razón de su fuerza, no desde luego por la fuerza de su razón, supliendo la falta de argumentos con la abundancia de recursos bélicos; habrá preferido la violencia al diálogo porque era la única manera de imponer una decisión que no resistiría el análisis, y con ello se ha desprovisto para siempre de la posibilidad de convencer a la comunidad internacional y, por descontado, al pueblo ucraniano.

De modo que el problema que pretende resolver aplastándolo bajo la bota militar resurgirá una y otra vez. El dolor de las heridas y los mártires de esta guerra harán al nacionalismo ucraniano más fuerte y duradero, por mucho que la opresión le impida manifestarse abiertamente. Como los vencidos en nuestra propia guerra civil, se esconderá entre las sombras o se exiliará en el extranjero, pero permanecerá latente y aflorará en cuanto le sea posible. Al contrario que Rusia, habrá perdido físicamente pero ganará moralmente ante sí mismo y ante el mundo, obteniendo la simpatía general, no por conmiseración sino por el poder de sus convicciones y por la legitimidad de su resistencia. Como ha indicado el canciller alemán, Putin se ha equivocado de siglo: ya no estamos en la época donde el imperialismo se imponía sin cortapisas ni contestaciones. En la era de la información y de la globalización se libra otra batalla virtual en el dominio de la comunicación y de la opinión pública que, a pesar de todos sus hackers, una Rusia invasora no podrá ya ganar. El mundo entero juzga los actos de barbarie, y tiene medios para expresar su condena sin que la más potente campaña de desinformación pueda evitarlo. Así que la victoria será pírrica, pues lejos de resolver la cuestión ucraniana la reforzará y la multiplicará en el tiempo y en el espacio. Rusia evidentemente vencerá, pero no convencerá.

Comentarios