Opinión

El PP va bien, pero...

Las encuestas alegran la vida a Núñez Feijóo, le auguran buen futuro y alguna apunta que se convertirá en el seguro sucesor de Pedro Sánchez.

Ha iniciado su carrera nacional con buen pie, ha insuflado ánimo y entusiasmo a un alicaído PP, y la cita más próxima, las elecciones andaluzas, aparentemente reforzarán la marca. Juanma Moreno se mantendría en el gobierno andaluz, quizá sin necesidad de incluir a Vox, y podría dar la puntilla al sanchismo, que no atraviesa su mejor momento porque la falta de política de Estado, la coalición con Podemos y las alianzas con partidos indeseables que chantajean con éxito al presidente de Gobierno está provocando desencanto en gran número de socialistas a los que no importaría votar a otras fuerzas antes que hacerlo a un PSOE que no reconocen como su partido.

En este escenario positivo para el PP, hay que moverse con la máxima prudencia, porque cualquier error sirve al adversario para descalificar sin piedad al recién llegado a la política nacional. Feijóo ha acertado al apoyar políticas de Estado que, si no fuera por ese apoyo, colocarían a España en una situación imposible, económica, política e institucionalmente. Y ha acertado al dar un empujón a los asuntos pendientes que Casado tenía bloqueados, como los congresos regionales, las negociones con el Gobierno sobre la renovación de las instituciones, o contar con dirigentes solventes que Casado había descartado porque no le parecían suficientemente próximos.

Pero… Hay peros. Feijóo aún no se había instalado en Madrid y abrió un melón que ha provocado polémica entre sus posibles votantes y ha alentado a Vox. Mencionó la palabra ‘nacionalidad’ en el Cercle catalán, ninguna locura, aunque habría sido conveniente explicar a su equipo la posición exacta del partido ante el eterno debate entre nacionalidades y nación. Elías Bendodo, uno de los vicesecretarios más potentes del nuevo PP, se hizo un lío que al menos tuvo la humildad de reconocer y corregir de inmediato, pero ha incrementado la polémica y dado más munición a los adversarios del PP, que están a la que salta para arremeter contra Feijóo.

No es lo mismo ser dirigente autonómico que nacional, ni gobernar una región que aspirar a gobernar un país. A Feijóo no se le han dado ni cien días de tregua, pero él sabía que no se los iban a dar, porque por primera vez Pedro Sánchez tiene enfrente a un dirigente más sólido que él, con más experiencia que él, con más principios que él, y con más sentido patriótico que él. Un peligro para quien es capaz de cualquier cosa con tal de seguir siendo presidente.

Por eso Feijóo, y los suyos, deben medir hasta la exageración sus palabras y gestos, y pensárselo muy bien antes de anunciar cualquier decisión. El futuro del PP de Feijóo, y de toda España, depende de que Feijóo y su gente extremen la cautela.

Comentarios