Opinión

El PSOE de Pedro Sánchez se hunde

LAS MANIOBRAS de supervivencia de Pedro Sánchez difícilmente podrá sostenerlas después de este 25 de septiembre en el que el PSOE ha logrado el peor resultado de su historia en el País Vasco y en Galicia.

No solo ha bajado su representación en estas dos importantes regiones sino que en Galicia se ha visto superado por En Marea, el temido ‘sorpasso’, y en El País Vasco el PP ha logrado, por primera vez, el mismo número de escaños que el PSOE. No hay una sola excusa que pueda presentar Sánchez a la ejecutiva de su partido el lunes, y el sábado se encontrará con un comité federal que, esta vez sí, ya no podrá andar con paños calientes. Si necesitaban un argumento más para pensar en el relevo de su secretario general, este 25 de septiembre, sumado a las dos elecciones generales últimas, colocan a Sánchez en una situación insostenible.

No se sabe si el castigo se debe al bloqueo de Sánchez al Rajoy que le ha ganado en dos ocasiones, o a que en estos dos años de secretario general ha demostrado una soberbia personal y escasa entidad política que ha espantado a un porcentaje alto de votantes. Se contrapone su situación actual, crítica, a un PP que sale fortalecido de la contienda, con un resultado espectacular de Feijóo en Galicia a pesar del desgaste de gobierno y de que no ha encontrado piedad en los partidos de la oposición. Y con un resultado en el País Vasco que no soñaban ni en sus momentos de mayor optimismo.

Tanto Feijóo como Alfonso Alonso han visto recompensando su esfuerzo enorme y también su sacrificio personal: Feijóo ansiaba dar un paso atrás, con otros proyectos, y Alonso quería hacer política en el plano nacional, después de ser portavoz parlamentario y ministro. Sin embargo, en tiempos de penuria para el PP, no dudaron en responder a la llamada de Rajoy, que les consideraba los mejores candidatos para Galicia y Euskadi. No se equivocó Rajoy, y sus dos compañeros le han dado un impulso al PP y al propio Rajoy que era indispensable.

Importante el éxito personal de Urkullu, que a pesar de las dificultades se revalida como lehendakari con mayor número de escaños que en las elecciones anteriores. No tendrá dificultades para gobernar, ninguna. Incluso permitirse el lujo de no hacer pactos para investidura porque está en condiciones de mirar a un lado y al otro en cada momento que necesite mayoría en la cámara vasca para sacar adelante sus leyes. La investidura no va a ser un problema porque en la segunda votación no cabe más que el voto a favor, abstención o en blanco, y esa investidura por tanto es un paseo militar para el lehendakari. ¿Tendrá consecuencias el resultado en la política nacional, en la investidura de Rajoy? Puede. Pero, visto lo visto este domingo, y comprobado el declive del PSOE, a Rajoy ya no le deben preocupar tanto unas nuevas elecciones, como quiere -o quería- Sánchez, porque todo indica que mejoraría resultados. Aunque para España sería muy mal asunto, como no se cansa de repetir Rajoy desde hace meses. No ha sido una buena fecha para Ciudadanos. Pueden disfrazarlo poniendo el acento en los trescientos votos que les han faltado en el País Vasco para tener escaño o el porcentaje gallego, pero no les ha ido bien digan lo que digan. Y, si se suma que tampoco el 26 de junio les fue como esperaban, a lo mejor debería reflexionar Rivera sobre las consecuencias de haber apostado por el PSOE en la legislatura corta, decisión que todavía le pasa factura. Podemos sigue firme su camino a pesar de sus tensiones internas. Quizá el buen resultado apacigüe esos problemas entre Iglesias y Errejón, si pretenden convertirse en la fuerza referente de la izquierda. Que puede serlo si el PSOE no espabila.

El 25-S ha sido, como se esperaba, una fecha de enorme repercusión nacional. Nada volverá a ser lo mismo después de esta contienda vasca y gallega que no solo afectaba a casos y gallegos.

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