Opinión

Pablo Casado no quiere ganar

PARECE CLARO que Pablo Casado no quiere ganar. Ha cometido errores de bulto que con toda seguridad le pasarán factura el 26 de mayo. Y quien se lleva un revolcón en las municipales y autonómicas, no gana ni de lejos las generales.

En Cantabria ha provocado un cataclismo con la designación como candidata al gobierno autonómico de Ruth Beitia. Casado, cuando fue preguntado por las cualidades de Beitia, desgranó sus importantes méritos deportivos. ¿Y los otros, los que de verdad importan? Por otra parte el "estreno" de Beitia como candidata fue un despropósito. Ella lo achaca a los nervios, pero no es excusa: no tenía ni idea de cómo va la cosa de la violencia de género, y ni siquiera se había preocupado de enterarse. Para rematar con que era partidaria de que a los candidatos los eligieran los militantes. Ella, que había sido designada por Casado en contra del criterio de los militantes...

En Asturias también ha designado a una candidata que no cuenta con el respaldo mayoritario del partido, con el argumento de que los sondeos indicaban que era la que tendría mejores resultados. Hay maneras de imponer tratando al menos de no humillar a quienes dirigen el partido. Por no mencionar que Teresa Mallada cuenta con un buen currículum empresarial, pero el político no es para tirar cohetes. Eso sí, procede de Nuevas Generaciones, lo que entusiasma a Casado.

En cuanto a Madrid, el estupor es absoluto, y en Vox y Ciudadanos se frotan las manos. Después de meses manejando nombres sólidos, de mucho peso político, Casado se saca de la manga a absolutos desconocidos para el público madrileño. Uno, el candidato a la Alcaldía, Martínez Almeida, al menos lleva cuatro años dejándose la piel como látigo de Carmena, conoce bien la ciudad y sus problemas. La candidata a la comunidad, Isabel Ayuso, lleva un tiempo promocionándose en tertulias donde demuestra buena labia, pero el que la escuche creería que es de Vox y no del PP.

Es evidente que Pablo Casado ha tirado la toalla en Madrid con esos dos candidatos; se pone como objetivo formar parte de un gobierno regional o municipal junto a Ciudadanos y Vox, pero ni de broma podrá estar presidido por el PP, que era a lo que debía aspirar.

Porque a todos estos errores se suma que en solo seis meses el PP ha perdido todas las referencias, que no queda en primera línea nadie con una trayectoria importante en el partido, y que el escoramiento hacia la derecha hace difícil que mantenga el voto de centro. La convención del próximo fin de semana se augura floja. Casado está empeñado en que acudan Aznar y Rajoy y quizá lo consiga, pero no engaña a nadie: este PP no tiene nada que ver con el PP al que votaban masivamente los españoles y gobernó con dos mayorías absolutas.

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