Opinión

Primera víctima

FUE SINCERO en su voz quebrada y las lágrimas. Era un trago muy amargo para Pedro Sánchez, víctima de Mariano Rajoy al ser investido presidente.

Los acontecimientos últimos hacían prever la tragedia: era tanto el enconamiento del dirigente socialista contra el candidato del PP que si finalmente el PSOE permitía que el ganador de las elecciones fuera elegido jefe de gobierno la crisis interna que sufriría el partido socialista arrollaría a su secretario general. Así ha sido, pero Sánchez no se va de cualquier manera: aun sin anunciarlo formalmente va a competir por hacerse nuevamente con la dirección del PSOE, y si el congreso del partido se celebra a corto plazo cuenta con muchas papeletas para conseguirlo, nada gusta más que una víctima. Sánchez es consciente de que el paso del tiempo juega en su contra, por eso anunció que mañana exigirá que la gestora fije fecha y hora para el congreso. Exigencia inútil, entre otras razones para que Sánchez —que dejó el partido para el arrastre aunque no hubo una sola palabra de autocrítica en su comparecencia— no vuelva a ser elegido.

La entrega de su acta de diputado puso en primer plano a Sánchez el día que se concretaba la investidura de Rajoy, tan ardua, tan difícil de conseguir. Una investidura que tuvo a España con casi un año de gobierno en funciones y supuso un coste importante para el resto de partidos porque los votantes castigaron a los que trataron de cortar el paso al ganador. A partir de ya Rajoy se lleva todo el protagonismo, porque el foco se centra estos próximos días en los nombres del nuevo gobierno. Pero este sábado era el de Sánchez el nombre más pronunciado. Porque su adiós pretende que sea un hasta luego, porque deja atrás un grupo parlamentario mortalmente herido, porque sus críticas hacia la gestora levantaron ampollas y porque dejó claro que piensa dar mucha guerra y empieza la batalla ya mismo, la semana que viene. Recorriendo España con su coche, como la vez anterior, se supone que durmiendo y comiendo en los domicilios de los militantes, como la vez anterior, y movilizando a la militancia, como la vez anterior. Aunque en esta ocasión tiene algo importante en su contra: los resultados del PSOE bajo su mandato. Que probablemente pesan más que el victimismo.

Sánchez deja atrás su etapa de secretario general y Rajoy la suya de en funciones. Empieza un tiempo nuevo, un segundo gobierno de un Rajoy que peleó duramente para una investidura que finalmente se concretó. Nada será igual que en su primer mandato, ni cuenta con mayoría absoluta ni un Congreso articulado en torno a dos grandes partidos, sino que en la oposición está un PSOE deslavazado y con escaso número de escaños, un partido antisistema que pisa fuerte, Podemos, un Ciudadanos que aún no encontró su espacio y que apenas enarbola otra bandera que la lucha contra la corrupción y un problema muy grave con los catalanes independentistas.

Los que conocen bien al ya presidente aseguran que a Rajoy le atrae el reto de tener que pelear todas y cada una de las iniciativas de gobierno, y que como ha advertido en múltiples ocasiones, lo hará personalmente y con dos prioridades, la creación de empleo y plantar cara a los independentistas. Para ello necesitará un gobierno sólido, de equipo, con personas capaces y de experiencia. Sus nombres forman parte del segundo capítulo de esta historia. Rajoy acaba de cerrar el primero: ser investido presidente.

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