Opinión

La fotografía no tiene día

TODOS llevamos un fotógrafo dentro y con motivo de la celebración del 19 de agosto como Día Mundial de la Fotografía levante la mano quien siga utilizando cámara que no sea la del teléfono. Desde que los móviles se han agarrado a nuestras manos disparamos a diestro y siniestro en un eje que mezcla la novela a la historia. Nunca hemos fotografiado tanto para tantos. Se ha reemplazado el papel y es difícil encontrar álbum de fotos en los hogares. Las redes sociales han hecho proliferar la manera de ver el mundo con fotografías de extraños sin incurrir en la vulneración del derecho a la intimidad. Constantemente utilizamos imágenes con otros, las compartimos, enviamos lo nuestro y lo que nos ha llegado, recortamos, cambiamos color, aplicamos el photoshop... ¡Qué sería de internet sin las fotos!, y no solo internet. La fotografía ralentiza lo sucedido y da tiempo para ver detalles, que son invisibles a ritmo de vida.

Mirar el abrazo de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, con motivo del preacuerdo de coalición a finales del pasado año, da para ojeada larga. El misterio de las acciones suma información con el tiempo. Pablo Iglesias con los ojos cerrados abraza incitando a la posteridad para dictar juicio imparcial y conquistar dominio. Se justifica espiritualmente, y con ello aduce la virtud como ejemplo y da reserva a lo que envuelve. Sabido es que los géneros son categóricos y exclusivos y que toda mezcla conduce fácilmente a la confusión. Los dos políticos aparecen pecho con pecho, Pablo con los brazos en el cuello y el presidente en la cintura.

El ingenio está por encima de todo amor propio y Pablo Iglesias parece haber dejado mal cerrada alguna puerta y por ella ha entrado un juez que imputa a su partido como persona jurídica por presuntos delitos de malversación y administración desleal. Esta causa abierta remueve agosto y pone la foto con palabras en las hemerotecas contra la corrupción por parte del hoy vicepresidente segundo del Gobierno. No es buen agosto para Pablo Iglesias, que ha tenido que dejar sus vacaciones asturianas y volver a Madrid donde le buscan una nueva casa para evitar las protestas delante de su chalé en Galapagar. La causa abierta a Podemos se ha convertido en el terremoto de este mes de agosto, caracterizado por sucesos e incendios y muchas serpientes de verano.

El rey Juan Carlos ha puesto de manifiesto que él marca los tiempos. Quince días después de su traslado informa de su paradero en Abu Dabi, el país origen de sus problemas. Una manera de decir algo. Suponemos.

Este mes habla también de segunda ola del coronavirus; aunque el Gobierno no acaba de reconocerlo; del binomio educación y salud con la incertidumbre del nuevo curso escolar y vuelve la guerra de cifras y las medidas restrictivas en las comunidades. No se oye ni sale en los informativos, pero las asociaciones de la Guardia Civil están descontentas con el Ministerio del Interior por haber reducido las competencias de la Benemérita en materia antiterrorista. Sí, son vacaciones; pero el espacio, la velocidad y la aceleración siguen siendo foto artística.

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