Opinión

Plan de sardinas

Sin corbata, con la subida del paro en julio por primera vez desde hace 14 años, con la publicidad de querer derogar la Ley franquista de Secretos Oficiales y con lo mucho que ha dado de sí el último Consejo de Ministros veranean nuestros 22 representantes gubernamentales. Son los miembros del primer Gobierno de coalición de la democracia española, el mismo que hace resonar, con música celestial y puño izquierdo alzado, la frase "los gobernantes están para mejorar la vida de la gente". 

El segundo Gobierno Sánchez se pone a cuestas la maleta de disfrutar del patrimonio nacional y ello tiene más de un cactus para el presidente Sánchez y familia. No es metáfora peliaguda sino de referencia obligada porque estará en el Palacio la Mareta de Lanzarote rodeado de la vegetación típica de la zona. Son unas exclusivas vacaciones como corresponde también al palacio de las Marismillas en Doñana. Sí, España es muy palaciega. No es cuestión de meter al presidente en un piso con aire acondicionado reducido y con horarios de consumo de electricidad; pero es momento de dar ejemplo y ello requiere algo más que ponerse unos vaqueros y zapatillas deportivas. Al fin y al cabo los lugares que visita el presidente en este mes son recursos del país con escaparate que da a la calle. 

El plan de ahorro energético pactado con Bruselas se expande aconsejando a todos y conviene tener en mente que las vacaciones presidenciales las pagamos todos los españoles. El precio de la luz es igual en Lanzarote que en Doñana y que en el resto del territorio con la diferencia de que las bombillas se reproducen en esos dos lugares como lo hacen en la Navidad de Abel Caballero en Vigo. 

Se acaba el último Consejo de Ministros de la temporada y se capta en la Villa y Corte el fenómeno de las aves migratorias. Nuestros representantes políticos tienen la maleta en consigna del Palacio de la Moncloa a semejanza del tiempo en que uno era estudiante y portaba al aula la bolsa de fin de semana porque empezaba un puente. Somos animales de costumbres y este mes es, desde siempre, el ejemplo de escapada veraniega. Unos hacen su agosto a semejanza de los Tercios españoles donde los militares sufragaban de su propia paga la pólvora, el armamento o el equipamiento que necesitaban; pero la expresión manida "disparar con pólvora del rey" recuerda combates de más importancia donde se podía obtener gran cantidad de pólvora de las arcas reales y al no ir directamente con cargo al bolsillo del militar se disparaba con ligereza y de una manera desproporcionada el arcabuz o el mosquete. 

Se entendería mejor actuar como las sardinas que según los puristas están acumulando reservas para alimentarse en el invierno. Aprovechan que las aguas son más cálidas y el plancton es más abundante para almacenar grasa que las mantengan en los meses que se auguran estar muy lejos de la abundancia.

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