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Se acabaron las bromas

Rafa Domínguez. JAVI CERVERA
photo_camera Rafa Domínguez. JAVI CERVERA

SE arrancó Rafa Domínguez a los postres, que es el momento más indicado para lucir sentido del humor en cualquier tipo de festejo. Celebraba el PP local su habitual cena de Navidad con la prensa y el candidato tomó la palabra con ánimo burlesco, consciente de que el único lujo que no debe permitirse un político en semejante tesitura es el de resultar aburrido. Bromeó Domínguez con sus compañeros de partido abandonando cualquier formalismo y demostró por qué no suele perderse ni un solo programa de La Vida Moderna, de ahí que las carcajadas se alternaran con el típico "oi, oi, oi" que, indefectiblemente, acompaña a la mejor sátira. "Cuando alguien me pregunta si estoy preocupado por una hipotética candidatura de VOX en Pontevedra, yo siempre contesto que no", dijo Rafa en el momento estelar de su intervención. "¿Sabéis por qué? Porque VOX irá como número 2 en mi lista y se llama Pepa Pardo". Se rio la nueva secretaria general a gusto, mientras un compañero de prensa pedía la repetición de la jugada y yo me tapaba la boca ocultando un repentino "oi, oi, oi". La actualidad de la semana, en cambio, nos ha devuelto al Rafa Domínguez más firme y responsabilizado, capaz incluso de alzar la voz frente a los contrasentidos de su propio partido. "En mi humilde opinión, si para gobernar en Andalucía hay que eliminar las ayudas contra la violencia de género, pues dignamente a la oposición" escribió en su cuenta de Twitter nada más conocerse las exigencias de VOX en dicha materia para apoyar una hipotética investidura de Moreno Bonilla.

"Ni yo, ni nadie en sus cabales, pactaría con otro partido a costa de las políticas contra la violencia machista", insistió el candidato a la alcaldía de Pontevedra horas más tarde, cuando sus primeras palabras ya resonaban en todo el país junto a las de Borja Sémper, actual portavoz del PP en el Parlamento Vasco.

La claridad y valentía de ambos contrastan con la temeridad de Pablo Casado, tan escorado a la derecha que cada día ensancha más los espacios a su izquierda, enredado en un discurso que él mismo califica como desacomplejado pero que no hace más que acentuar sus muchos y peligrosos complejos. Frente al "dignamente a la oposición" de Rafa Domínguez se alzan los intereses del nuevo líder nacional que, conviene no olvidarlo, estrenó su casillero electoral perdiendo más de 300.000 votos en Andalucía. Que el futuro gobierno autonómico se esté negociando en Madrid no hace más que acentuar ese empeño personal de Casado en alcanzar un acuerdo cueste lo que cueste. Y si para ello encuentra necesario blanquear los planteamientos misóginos de VOX, aludiendo a la fórmula perversa de la ideología de género como principio de todos los males, tampoco parece que le vaya a temblar el pulso ni el labio. Contra eso se revelan Domínguez y Sémper, felizmente.

No es la primera vez, además, que el político pontevedrés muestra su desacuerdo con los planteamientos retrógrados de Casado. Hace unos meses, en una interesante entrevista con la periodista Susana Pedreira, se posicionaba Domínguez contra cualquier involución en materia de derechos tan consolidados como los del aborto. Abogaba Casado por regresar a la ley de 1985 y respondía Rafa, en su condición de ciudadano, médico y próximo candidato a la alcaldía de Pontevedra, que "la ley que tenemos es la adecuada y permite a las mujeres un ámbito de decisión muy importante. En este punto no puedo estar de acuerdo con Pablo Casado". Y precisamente por eso, porque el compromiso de Domínguez con la igualdad no parece admitir medias verdades ni las falsas premisas de la ultraderecha, rieron todos los presentes su chanza navideña con Pepa Pardo quien, de haber sabido lo que hoy sabemos, bien podría haberle seguido el rollo alegando que el suyo no sería el puesto más alto de VOX en las listas del propio partido. Por desgracia para todos, y muy especialmente para ellas, parece que se acabaron las bromas.

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