Opinión

Oubiña: el sticker

Alberto Oubiña. ALBA SOTELO
photo_camera Alberto Oubiña. ALBA SOTELO

ES DIFÍCIL no admirar a Alberto Oubiña cuando uno se ha criado en un bar, caldo de cultivo para el hooliganismo agritpop y otras tendencias populares de tintes suicidas. Lo descubrí un día a través de una foto, en temporada del Ponte Tapas, y lo reconocí enseguida dando ambiente a los plenos municipales, que suelen ser un tinglado muy ortodoxo hasta que Alberto empieza a calentar el ambiente con sus cánticos de fondo norte, muy al estilo de Rafa Córdoba pero con principios políticos y sin megáfono

El BNG local funciona como una máquina perfectamente engrasada y en ella llama la atención el joven de la perilla y el idioma pulcrísimo al que sus enemigos apodan "o xenro de Bará": una forma como otra cualquiera de restar importancia a quién sí la tiene. Y mucha. Conste en acta, que el vídeo difundido en las redes sociales por los cibernautas del Partido Popular tiene su gracia, pero reírse de un gag no implica desconocer la importancia del Oubiña en un equipo de gobierno que transita entre la mayoría absoluta y la absoluta devoción, aunque en términos electorales compense mucho más lo primero que lo segundo. "Se queres unha boa reportaxe tes que falar con Oubi", me dice una de sus compañeras de partido. Pero Oubi –Alberto Oubiña en los papeles oficiales y para más señas– está tan metido en la campaña que cuesta horrores robarle cinco minutos.

"Teño que declinar o convite. Saio a repartir en Mourente agora mesmo", responde el implicado a la invitación de este humilde trovador. Peor pare él, porque eso me obliga a tirar de agenda y en ella figuran varios de sus más estrechos colaboradores, lo que siempre implica un cierto riesgo. "Oubiña é o teu yogurín", dice una –puede que uno– de ellos o de ellas. El mensaje viene acompañado de un sticker en el que se puede ver a Lores pasándole la mano por el hombro y diciendo algo así como "Ay, yogurín". Entiendo que son bromas de carácter interno, muy alejadas de la interpretación sesgada y socarrona de mi querido Rodrigo Cota, que la ve y exclama: "No entiendo por qué todo el mundo cree que eres gay". Esquiven cualquier intención homófoba porque Cota no es así. Simplemente se limita mi consigliere a constatar una realidad, como ha hecho siempre y que, enfocada a la figura de Alberto Oubiña, nos devuelve la imagen de una figura fundamental en el tiempo actual y con un recorrido que ya veremos dónde acaba: "En el fondo de Pasarón", dicen sus rivales… Qué van a decir, si no saben ni lo que es un sticker.

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