Opinión

Un feliz aburrimiento

"Recordaremos a Lores paseando con James Rhodes por las calles de la ciudad, llevándolo a comer tetilla y queso de O Cebreiro"

No sé ustedes pero yo echaré de menos el tiempo de campaña. Sí, ya sé que hace pocos días dije que estaba siendo aburrida, casi exasperante, pero lo cierto es que uno se acaba acostumbrando a ciertos tipos de aburrimiento. ¿Cómo, si no, se sostienen la mayoría de los matrimonios? La apatía, entendida como un pequeño engranaje dentro de un enorme mecanismo de supervivencia, termina por convertirse en un sentimiento tan noble como el propio amor, por llega uno a amar las campañas electorales aunque sea desde el más soberano aburrimiento.

Dentro de muchos años, cuando los nietos de alguien –no tienen por qué ser los propios- nos pregunten por aquellas municipales de 2019, les responderemos que fue el año en que la Rafaneta surcó Pontevedra con sus termos de café, sus helados y sus pastilleros con el “vota Rafa Domínguez”. Recordaremos a Lores paseando con James Rhodes por las calles de la ciudad, llevándolo a comer tetilla y queso de O Cebreiro, explicándole que en Pontevedra, por territorios de ultramar, entendemos París, Atenas, Bruselas, Pekín, México D.F. y todas las grandes ciudades en las que el alcalde ha ido clavando sus picas de la peatonalización. Y rebuscaremos por los cajones, en busca de aquel recorte de periódico en el que se ve a Tino Fernández a lomos de la VesTino, con un casco de Hormiga Atómica y su sonrisa de labio fino.

Mientras tanto, los nostálgicos siempre podemos recurrir a la táctica de Daniel Bruhl en la película ‘Goodbye, Lenin’. Su madre, una orgullosa socialista, despierta del coma meses después de la caída del muro, con Alemania unificada y el capitalismo plenamente implantado. El médico advierte a sus hijos de que cualquier sobresalto puede ser fatal para su débil corazón, y ellos se afanan en hacerla creer que todavía viven en la Alemania Oriental a la que se entregó en cuerpo y alma tras el abandono de su marido. Locuras mayores se han visto que pegar un cartel con la imagen de Luis Rei en la puerta de la habitación, invitar a Goyo Revenga a dar un mitin en tu salón, o crear una lista de Spotify con El novio de la muerte y Soy español, el pasodoble de José Manuel Soto que Voz ha utilizado para arruinarnos la sienta. Lo importante es crear un ambiente confortable en el que uno se sienta, todavía, dentro del circo electoral.

Otras vendrán, en esto consiste la democracia. Pero mientras esperamos su llegada, convendría recordar que fuimos felices en esta campaña, que nos aburrimos con gusto y que votamos con ganas. Pueden besar a la novia: Pontevedra.

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