Opinión

La leña y el fuego

CONCEBIDO, AL parecer, como un acto de desagravio a la Guardia Civil, el organizado por los tres partidos de la derecha en Alsasua no podía sino sugerir, si es que no señalar arteramente, la responsabilidad de dicha población, en su conjunto, en la cobarde agresión que sufrieron en 2016 dos agentes del Cuerpo francos de servicio, y sus novias, en un bar de la localidad. De ahí que cobrara tanto sentido, y tan plausible, la silenciosa manifestación vecinal de la víspera, encabezada por una gran pancarta que lo decía todo: Dejad a Alsasua en paz.

Siete de los autores de aquella brutal agresión, que la derecha quiso en su día equiparar a un atentado terrorista, fueron condenados a severas penas, y dos de ellos, los más significados, llevan en la cárcel desde la comisión del delito.

A la Guardia Civil, que por mucho que se empeñen los extremistas ya no es aquella enemiga del pueblo que el franquismo la obligó a ser, sino su servidora más leal y eficaz, no hace falta que la desagravien quienes echan leña a un fuego que, por fortuna y a base de tesón y sufrimiento, hace tiempo que se extinguió. Si se quiere desagraviar a la Guardia Civil, dótesela de recursos, plantilla suficiente, sueldos dignos y formación constante, cosa que no hizo en la adecuada medida, sin ir más lejos, ese PP cargado hoy de leña ardiente, encendida, cuando tuvo la responsabilidad del gobierno.

La víspera del acto de la derecha, los vecinos de Alsasua, de todos los partidos y execradores tanto de aquella salvaje agresión como de los intentos de criminalizar al pueblo en su conjunto, organizaron su propio servicio de orden para ese día, distinguido con chalecos verdes, para interponerse entre los que quisieran, unos u otros, unos y otros, alterar el orden precisamente. Y para expresar el deseo, éste sí mayoritario y casi unánime, de que se deje a Alsasua en paz.

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