Opinión

La risa

LOS MONOS no ríen, la risa es propia del hombre, es signo de su racionalidad», le espeta Guillermo de Baskerville al anciano fraile Jorge de Burgos en uno de los diálogos que Umberto Eco escribió para su novela ‘El nombre de la rosa’. Una obra llena de crímenes en la que todo sucede por culpa de un libro, un libro que hace reír. La risa como uno de los grandes males del ser humano. La risa como una distracción para el hombre y sobre la que tanto se ha escrito. «¿Por qué temes tanto a este discurso sobre la risa?», le pregunta, casi al final del libro, el investigador franciscano. «La risa es la debilidad, la corrupción, la insipidez de nuestra carne», le responde el venerable anciano.

El humor siempre ha sido objeto de controversia y su empleo una de las armas más temidas ya que de él suele destilarse lo inesperado, aquello que, envuelto en un agradable papel, contiene la crítica más ácida hacia el adversario que normalmente responde con cajas destempladas sintiéndose agraviado aunque sea desde las páginas de un cómic. Cierto es que a nadie le gusta verse reflejado en una sátira, pero de la propia respuesta es de la que debe surgir la superación de la ofensa. A un desafío otro, a una prueba de ingenio, otra mayor. Nadie puede poner en duda el golpe de efecto del BNG con su aldea gala, la plasmación a cargo de Kiko da Silva de ese universo Lorix , lejos de las grandes respuestas basadas en el agravio, debería tener su contrarréplica de nuevo desde el humor, la aceptación de un toma y daca que será constante hasta el 24 de mayo y que quien lo eleve a mayor altura se llevará el gato al agua, o el bardo a su árbol, por lo menos en la lucha dialéctica.

Uderzo se reiría a mandíbula batiente si viese a estos galos de las Rías Baixas adaptados a un escenario político real, en el que la risa asume su última condición, la de liberarnos a todos de nuestras conductas que tantas veces consideramos como incuestionables. Pero, donde las dan las toman. Así que el boomerang del humor puede volver a donde salió. Eso sí, hay que lanzarlo.

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