Opinión

El decrecimiento como matriz de alternativas

Si la biocapacidad actual del planeta es de 1,73 hectáreas por cada persona, lo que cada uno de nosotros consume de más es gracias a que nos estamos apropiando de lo que otros consumen de menos

La afirmación de Latouche de que el Decrecimiento con mayúsculas es mucho más que una alternativa concreta y que de esa matriz partirían múltiples alternativas que se situarían fuera del paradigma suicida del crecimiento, cuyas consecuencias nos sitúan hoy al borde del abismo como civilización y como especie.

La reflexión de Latouche en 2009, tiene plena vigencia hoy. Y cuando hablamos del cambio climático, sus causas y consecuencias, es ineludible hablar de Decrecimiento porque es la herramienta contra la fe dominante del mundo moderno, empeñado en mantener el crecimiento continuo en un planeta finito y de recursos finitos.

El movimiento decrecentista es de las pocas propuestas históricas que tienen plena vigencia en el contexto actual; lo tuvo en la crisis de 2008 y lo sigue teniendo tras la pandemia, manteniéndose como el único camino posible para frenar la posible extinción.

Es cierto que el aumento de la población mundial está siendo brutal; según datos de Casal en 2014 se había multiplicado por siete la población mundial con respecto a 1800. Pero ese no es ni el único ni el mayor problema que tenemos hoy, puesto que si esa es una razón para decrecer, también lo es el consumo desbocado que hacemos, el desperdicio de alimentos, la contaminación que generamos…

Si la biocapacidad actual del planeta es de 1,73 hectáreas por cada persona, lo que cada uno de nosotros consume de más es gracias a que nos estamos apropiando de lo que otros consumen de menos.

Tal como consta en las conclusiones del I Congreso de la Rede para o Decrecemento Eo- Navia/ Galiza/O Bierzo, publicadas en el libro “Decrecemento. Construindo alternativa”, “Decrecimiento no quiere ser un atranco ni una denominación rígida e inamovible. Lo que queremos es decrecer para sobrevivir, llamémoslo como lo llamemos, y hacerlo de manera democráticamente decidida, social e internacionalmente justa y consciente de la realidad de extralimitación ecosocial”.

Las conclusiones a las que llegaron los participantes en el Congreso, (varios cientos de personas), es que la alternativa a un decrecimiento democráticamente controlado será un decrecimiento autoritariamente dirigido y socialmente injusto como ya comienza a mostrarse cada vez más generalizado, de tal modo que, tras el agotamiento del capitalismo cabe la posibilidad de dos modelos: uno democrático y comunitarista hasta que nos volvamos a situar dentro de los límites de un planeta finito, y otro que adoptaría un modelo nazi y genocida que sacrifique a la mayoría para mantener los privilegios de unos pocos.

La postura decrecentista es tan necesaria como dura de defender en una sociedad de cultura consumista, porque aboga por modificar la escala de valores sociales y también el cambio interior de cada uno de nosotros. Al mismo tiempo, habla de la necesidad de relocalizar la producción y las numerosas actividades humanas como modo de superar la globalización y la centralización ajena a la realidad ambiental y social de los territorios, a todas luces insostenibles, tanto por el deterioro ambiental como por la escasez de recursos.

El libro “Decrecemento. Construindo alternativa”, aborda diferentes ámbitos y sienta las bases para un debate social de gestión en áreas como la organización y autogestión; sociedad, valores y eco-feminismo; medioambiente; salud; energía y transporte; educación; alimentación, consumo y economía de proximidad; y por último, medios de comunicación y cultura. Aporta por tanto una visión amplia y accesible que permite familiarizarse con el concepto de decrecimiento y la necesidad de decrecer y permite adentrarnos en una realidad que todas las personas deberíamos conocer, reflexionar sobre ella y analizar nuestra posición frente a esa realidad.

El Decrecimiento requiere un debate social sosegado, con participación de todos los afectados previo a las actuaciones que implementen objetivos, para evitar que puedan ser eco-fascistas y/o resultar muy perjudiciales para el entorno, de modo que las consecuencias negativas no tengan vuelta atrás; por esa razón, debemos estar preparados para entender, actuar y evitar males mayores.

Ese cambio individual y social que se evidencia como imprescindible, puede resultar esperanzador y permitir un giro positivo en la vida de las personas, que suponga un mundo más equilibrado, humanitario y justo, en el que prime de verdad la calidad de vida de las personas.

Como dice Carlos Taibo, hay que estar preparados para la sociedad postcolapsista y ver el decrecimiento como una perspectiva, no como una teoría y, menos aún, como una ideología.

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