Opinión

La economía de ahora

Poco caso se está haciendo de las advertencias de técnicos y científicos sobre las catástrofes climáticas y medioambientales; unas ya nos están resultando familiares y otras cuyo alcance, de no aplicar medidas de forma inmediata, pueden ser de consecuencias impredecibles

A día de hoy ya no se puede hablar de economía sin hablar de decrecimiento. Tampoco se puede confundir el Decrecimiento con austeridad e infelicidad, o pensar que puede ser compatible con el neocapitalismo actual.

El sistema capitalista está en crisis por varias razones y una de ellas es el agotamiento de los recursos materiales que lo venían sosteniendo en continuo crecimiento; un crecimiento que se ha vuelto insostenible por razones obvias, además de la contaminación que producen los actuales métodos de producción que agravan el calentamiento global y provocan verdaderos cataclismos con altos costes en vidas y en bienes materiales.

Poco caso se está haciendo de las advertencias de técnicos y científicos sobre las catástrofes climáticas y medioambientales; unas ya nos están resultando familiares y otras cuyo alcance, de no aplicar medidas de forma inmediata, pueden ser de consecuencias impredecibles.

Tampoco se está prestando atención al hecho de que se constate la extinción de flora y fauna en todo el planeta. El Heraldo de Aragón cifraba en 47 especies diarias ya en el año 2011. A nivel global, los datos de National Geographic publicados estos días indican que el 20% de los animales del planeta están en vías de extinción, (el 11% de las aves, 20% de los reptiles, 34% de los peces y el 25% de los anfibios y mamíferos) y el 70% de las plantas también. La pérdida de biodiversidad en el planeta es realmente grave y la Sexta Gran Extinción, de la que los científicos dicen que estamos al borde, deviene de la mano del hombre. La ONU advertía en 2019 que con un millón de especies de animales y vegetales amenazadas, la destrucción de la naturaleza llevaba una velocidad nunca vista anteriormente, (10.000 veces más rápido de lo normal, apuntan algunos).

Las causas de este deterioro de la naturaleza están en los efectos de la expansión humana, duplicada desde 1980, y la sobreexplotación de los recursos destruyendo los ecosistemas; de haber cuadriplicado la economía mundial y multiplicado por 10 el comercio internacional. El acopio de alimentos y bienes de consumo, (unos necesarios y otros perfectamente prescindibles), y la forma en que se desarrolla la producción, provocaron un despilfarro que ahora pagamos caro.

Los datos registrados en el año 2000 indicaban que en 20 años se habían perdido 100 millones de Ha de bosque tropical y solo se conservaba el 13% de los humedales que había en 1700.

Los problemas de la escasez de determinadas materias primas imprescindibles para la fabricación de productos altamente demandados, chips y componentes para la industria, junto con el agotamiento de las mejores reservas de energías fósiles y el encarecimiento energético que eso conlleva, ya está creando serias dificultades en la cadena de suministros que inciden en diferentes ámbitos de la economía, y sus efectos atañen a toda la sociedad.

Es obvio que nos hallamos ante un cúmulo de factores que limitan cada vez más el sostenimiento de un paradigma capitalista fagocitador y destructivo para el planeta, e incluso para la supervivencia de nuestra especie.

Es insostenible el crecimiento continuo de la industria y la producción, la fabricación de bienes con obsolescencia programada incluida, el fomento del consumo irresponsable basado en usar y tirar, y la financiarización de una economía extractiva cuyo objetivo es la especulación pura y dura incluso con los alimentos, el agua, o las condiciones de vida de las personas. Y de estos asuntos ya es hora de que tomemos conciencia individual para corregir nuestra conducta y esta carrera hacia el abismo y exigir a los responsables políticos, Administración y Gobierno una corrección en las políticas económicas, estudios técnicos independientes y exhaustivo de los proyectos empresariales nuevos y control de los efectos medioambientales de la industria y producción ya existente.

No tenemos futuro sin respeto y cuidado de la naturaleza, implementación de agricultura natural y policultivo, ganadería extensiva, producción moderada y consumo de proximidad; fomentando formas de vida sencilla y en equilibrio con el ecosistema, perdiendo el miedo al Decrecimiento al que estamos avocados y que no tiene por qué hacernos menos felices de lo que ahora somos.

Recordemos lo que apunta Byung-Chul Han en “La sociedad del cansancio”. Vivimos en una sociedad dónde el hombre se esclaviza a sí mismo y no precisamente para ser feliz, sino esclavo del consumo y el miedo. Cambiemos de paradigma y comencemos a preocuparnos más por ser y sentir que por tener. El Decrecimiento nos puede ayudar a crecer como seres humanos y a vivir mejor.

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