Opinión

El síntoma

Según previsiones del Ine, Galicia perderá un 32% más de población que en 2017. Las muertes ya casi doblan a los nacimientos y cada día son más los gallegos que emigran en busca de trabajo y futuro

LA DESPOBLACIÓN de Galicia es el síntoma de un cúmulo de deficiencias de fondo que son estructurales y no se van a resolver a golpe de parches coyunturales. Las soluciones requieren de políticas que desarrollen a largo plazo los recursos propios y dar al rural el debido protagonismo.

No habrá crecimiento demográfico mientras no se produzca crecimiento económico.

Según previsiones del Ine, Galicia perderá un 32% más de población que en 2017. Las muertes ya casi doblan a los nacimientos y cada día son más los gallegos que emigran en busca de trabajo y futuro. De nada servirá que haya nacimientos si no habrá para ellos puestos de trabajo, como ya no los hay para la mayoría de los padres, o los que hay son tan precarios que no permiten sostener una familia y asegurar un futuro estable. Por eso se van nuestros jóvenes.

La pérdida de población va a incidir también en el recorte de los recursos de financiación que reciba la Comunidad, tal como explicaba Alberto Núñez Feijoo recientemente.

Pero claro, eso no hará más que estrechar el círculo vicioso que estamos padeciendo y al que no se le ven perspectivas de cambio en un contexto dónde dos de cada tres gallegos, según varias fuentes de datos son pobres o van camino de serlo; las pensiones de los gallegos son cerca de un tercio inferiores a la media estatal; el salario medio es inferior al SMI; los salarios del personal funcionario en Galicia son estrepitosamente inferiores a los de otras Comunidades, tal como lo estamos viendo reflejado últimamente y que no solo afecta a los policías y a los funcionarios de los Juzgados sino que es general a toda la Administración Pública gallega.

Si revisamos datos de fuentes oficiales y de medios de comunicación, coinciden en que desde que gobierna el PP en Galicia emigraron en torno a 150.000 gallegos, la mayoría de ellos con alta cualificación profesional. Ésto no sorprende a nadie puesto que el 93% de los contratos laborales fueron a tiempo parcial y, tal vez muy relacionado con eso, la siniestralidad laboral duplica a la media.

Pero además, tenemos el combustible, la electricidad y los peajes más caros de todo el Estado. El último escarnio es la inauguración de la ampliación del puente de Rande para que la concesionaria pueda subir el peaje desde el uno de enero, a pesar de las obras están sin terminar y calculan que no finalizan hasta el mes de abril. Todavía están cortando el tráfico de algún carril durante la noche para proseguir las obras.

En el sector lácteo, tuvieron que cerrar diez explotaciones en 2017 porque no podían cubrir gastos ni competir debido a que se les venía pagando por la leche un precio inferior al que se pagaba en otras Comunidades. La pesca resulta igualmente afectada porque cada vez se pierden más caladeros y cuota de pesca que, según los armadores, les obliga al amarre.

A todo ésto hay que añadir que, tras la supresión del laboratorio de bivalvos que reclamaba Galicia, tampoco contará con el centro europeo de crustáceos porque España no lo pidió y votó a favor de su asignación a Dinamarca, perdiendo así de hacerse con ambos laboratorios comunitarios marinos que estaban en el Reino Unido y debían ser reasignados a otros países de la UE.

Así nos está ocurriendo con todo. No faltan las quejas por no haber reclamado las ayudas a Bruselas por los daños causados por los incendios, o la poca inversión en I+D en Galicia, por debajo de la de España y de la UE, pese al potencial que tienen nuestras Universidades y sus egresados, junto con algunas empresas e instituciones, como se ha venido demostrando con éxitos en tecnologías puntera.

Tampoco en la formación continuada se está dando respuesta a las necesidades reales del poco nicho de empleo que nos queda, no hay más que ver el ejemplo de las carencias que señala el sector naval para implementar las cargas de trabajo que tienen contratadas; los profesionales que tenía el sector se han ido a otros países y los planes de formación no contemplaron las necesidades futuras.

Es hora de pensar en todo ésto y en exigir la defensa de los intereses de los gallegos, sin olvidar el desarrollo del rural, que requiere otro capitulo.

Comentarios