Opinión

El emperador visitó sus feudos

EUROPA, EL Viejo Continente considerado por muchos como reserva de cultura y valores de Occidente, justo cuando se une en la que podría haber sido una gran potencia económica y un modelo político de democracia y valores, se vuelve débil, neoliberal a ultranza, privatizando lo público y con recortes continuos al Estado de Bienestar y la liquidación paulatina de cualquier vestigio de la socialdemocracia europea.

Resulta un insulto a todos nosotros el descaro con el que Trump humilló a los mandatarios europeos, sin cortarse en sus amenazas y exigencias de soberbio emperador frente a sus vasallos. Y lo más triste resulta ver como se han arrodillado ante él. Sin oposición ni reproche y hasta se podría decir que sin atisbo de dignidad, acatan comprarle armamento e invertir más y más en defensa, una defensa que habrá que analizar a qué intereses sirve realmente, sin importar las necesidades reales y prioritarias de los ciudadanos de la UE, ni disimular que los maneja como títeres a su antojo.

EE UU se caracteriza por montar guerras en terceros países, lejos del suyo, con dos objetivos fundamentales: el primero son sus propios intereses económicos, el segundo por el dominio estratégico y político.

Si analizamos las distintas guerras que han montado, en cada lugar y dependiendo de unos intereses concretos según el caso, vemos que nunca se trató de llevar la supuesta democracia norteamericana a ninguno de los países invadidos. Esa acusación la plasma muy explícita Maalouf en su obra. Hoy día tenemos la evidencia de que en todos ha generado guerras civiles que nunca se acaban, dejan ruina económica y unos gobiernos en el poder que resultan peores que los "tiranos" a los que EE UU decía querer derrocar.

En la tarea de desequilibrar gobiernos democráticos, sobre todo si son de tendencias de izquierdas, son verdaderos especialistas; recordemos el gobierno de Allende, sustituido por Pinochet tras el golpe de Estado de 1973 en Chile. La destitución de Dilma Rousseff en Brasil, y el encarcelamientos de Lula pese a las órdenes de excarcelación por falta de pruebas. Son solo ejemplos de países dónde la mano de EE UU intervino y sacó tajada económica. Tan solo esos dos ejemplos darían para más de un par de extensos artículos sobre los beneficios económicos que las corporaciones estadounidense obtuvieron, aparte de evitar que la democracia y el estado de bienestar puedan triunfar, en esos y en otros países del cono sur, cuyas reservas naturales interesan a los EE UU.

Recientemente pudimos leer las confesiones de la colaboración de Soros en las guerras actuales. La noticia no es nueva en absoluto puesto que tanto el propio Soros como políticos norteamericanos de la etapa de Obama e incluso de Buhs, lo han admitido en el pasado. Todas las guerras de la primavera árabe y por supuesto la de Siria, llevaron la firma de ambos.

Ahora por fin confesó abiertamente Trump que la UE es su enemiga; luego matiza que "económica", claro; pero también lo es políticamente y por varias razones que siempre acaban concluyendo en intereses económicos de los estadounidenses.

EE UU, el hasta ahora "amigo de la UE", impuso a nuestros gobiernos, (que obedecieron como corderitos), las sanciones económicas a Rusia, según él por la intervención rusa en Ucrania y Crimea, por cierto, que Soros confesó la intervención de varias de sus asociaciones y fundaciones en la instigación del conflicto de Ucrania. Así, la UE terminó metida en un conflicto que a priori no era el suyo, evitando que Ucrania se integrase en la UE y enfrentándose a Rusia, cuya "enemistad" con la UE estaba tan solo en los delirios de Trump, por el temor al potencial económico de la UE y el poder geoestratégico si la UE y Rusia fuesen "amigas"; ambas cosas siempre fueron fuentes de temor para los EE UU.

En esas restricciones económicas que la UE impuso a Rusia para complacer a Trump, perdimos muchos miles de millones de euros y un mercado importante. Entretanto, Putin consiguió desarrollar su país para auto abastecerse de bienes que antes importaba de la UE y abrió otras vías de comercio con otros mercados, con lo cuál ya no nos necesita. EE UU siguió exigiendo a la UE que aplicara sanciones económicas allá dónde a él se le ocurra y, en premio a esos servicios, ahora nos regala aranceles a nuestros productos y se jacta ante todos de su buena relación con Rusia.

Así se debilita económica y políticamente la UE, cuando podía haber evolucionado como una gran potencia en lugar de escribir su historia en función de los intereses de otros.

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