Opinión

Una figura inquietante

 

Mucho se habló de Trump en vísperas de la investidura de Jon Biden pero con frecuencia se olvida al hombre que como director estratégico de la campaña de 2016 lo impulsó a la Casa Blanca. Steve Bannon, ideólogo del trumpismo y considerado entonces el hombre más poderoso del mundo, reaparece de nuevo de su mano al final del mandato de Trump.

Bannon sirvió en la Marina de los EE. UU., posteriormente trabajó como banquero de inversión en Goldman Sach antes de diseñar el nacimiento del Tea Party conocida por su apoyo a la llamada “alt-right”; también fue presidente ejecutivo de Breitbart News en la que su propietario le cuestionó tras su ruptura con Donal Trump. Su trayectoria pasa por diferentes medios de comunicación y el cine; lo último en este medio es el escalofriante documental “Steve Bannon: el gran manipulador”, estrenado en España en mayo de 2020, que le retrata y lo protagoniza el propio Bannon.

Considerado el ideólogo de la ultraderecha, 169 representantes de la Cámara Democrática advirtieron en su momento a Trump de la conveniencia de destituirlo, por sus lazos con el movimiento nacionalista blanco y la documentada trayectoria de xenofobia, pero Bannon se defendía negando el nacionalismo blanco y afirmando que se trataba de un nacionalismo económico.

No sería hasta agosto de 1917, tras el mitin de Charlottesville que terminó en violencia y la muerte de una persona, que Bannon fue apartado de la Casa Blanca. Los políticos de ambos partidos condenaron el odio y la violencia de los nacionalistas blancos, neonazis y activistas de extrema derecha; esta dispersión de la culpa se atribuyó a Bannon pero el The New York Times culpó directamente a Trump de haber desatado el odio, el fanatismo y la violencia entre los estadounidenses. Por otra parte, la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color culpó al “símbolo del nacionalismo blanco”, (Bannon), y a su equipo de asesores de fomentar ese odio a través de su posición e influencia en la Casa Blanca, por lo que reclamaban su destitución.

Pese a que la ruptura con la Casa Blanca se envolviera en una mezcla de petición de dimisión por parte de uno y decisión de dimitir por parte del otro porque es su proyecto de colaboración era temporal, la relación entre el Presidente y el asesor terminó en una enemistad manifiesta.

Tras su cese en la Casa Blanca, la carrera de Bannon sufrió varios batacazos. No solo perdió la presidencia de Breitbart News sino que fue acusado de la estafa de casi un millón de dólares de las aportaciones privadas para la construcción del muro de contención con México y, por lo que parece, 2020 no estaba siendo un buen año para él puesto que también en las redes sociales ha tenido tropiezos cuyo resultado ha sido la suspensión de twitter durante una semana por pedir la decapitación del doctor Anthony Fauci y del Director del FBI, Christopher Wray, y que ambas cabezas figurasen en dos picas en la Casa Blanca. También Youtube suspendió un podcast de Steve Bannon tras las mencionadas sugerencias. Sus radicales comentarios han llevado a Youtube a cancelar su cuenta.

Pese a lo que pudiera parecer, Bannon no ha dejado de estar en activo y en el candelero durante estos años en que se mantuvo alejado de la Casa Blanca. Entre sus actividades destaca la llamada “Batalla por Europa”, cuyo objetivo es fomentar alianzas para establecer una red de apoyo a la ideología de ultraderecha que implemente la “agenda populista unificada”, una alianza global aglutinadora que derribe el orden establecido.

Aunque es consciente de que la izquierda le detesta, Bannon se mueve entre la ultraderecha como pez en el agua. El gran manipulador desgrana la retórica y el ideario de este personaje que pretende cambiar la historia de Europa reuniéndose con luminarias de la ultraderecha europea, ofreciendo estrategias en las diferentes campañas electorales y centrándose en un puñado de ideas que les permitan aglutinar a los populismos, recoger el descontento social e introducir o reforzar en los Gobiernos europeos a partidos políticos de ultraderecha. Su especialidad estratégica es señalar los puntos débiles de los Gobiernos democráticos y movilizar los descontentos sociales contra ellos; por esa razón personaliza sus intervenciones ad hoc. Cómo ejemplo él habla de azuzar el movimiento de los chalecos amarillos contra Macron en Francia para desgastarle y atraer así incluso a los más desfavorecidos y marginados.

Entre la lista de los grandes nombres que han requerido sus servicios señala a Duarte en Filipinas, Orban en Hungría, Modi en la India, Trump en EE. UU., y los europeos Marine Le Pen, Salvini y Vlaams Belang entre otros; sin olvidar la referencia que hace a Vox y que apunta a Casado como alguien con intereses comunes. En palabras de su seguidor Nigel Farage, Bannon está en una guerra entre el populismo, (la gente real, blanca católica y patriota), y “el partido de Davos”.

Si este personaje controvertido, desaliñado, extraño, seductor e indudablemente supremacista y xenófobo comenzó sus andanzas políticas en EE. UU. de la mano de Trump, nuevamente está en el candelero gracias a él, porque además de haber requerido sus servicios en los últimos meses, Bannon está en la lista de gracia de indultados del Presidente saliente.

Todo es sorprendente en ambos personajes, tanto en el ex-presidente como en su estratega y consejero. Curiosamente este indulto libra a Bannon de la imputación de cargos que podrían llegar a 20 años de cárcel. Como solamente estaba imputado pero no había sido juzgado, tal vez podría considerarse este caso como un indulto “preventivo”.

De las andanzas y los resultados de este tándem, en un continente y en el otro, hablará la historia. Pero cuidado por lo que nos pudiera tocar.