Opinión

La historia negra de España y la Iglesia

MUCHAS SON las teorías que rodean a un pueblo maldito, los agotes, marginados y acusados durante siglos de prácticas religiosas paganas, fueron segregados porque los consideraron una raza inferior.

La película Batzán narra la discriminación que sufrió este pueblo durante ocho siglos, período que abarca desde XII al XX. Se desconoce con certeza su origen, datándose en el año 1288 la primera expresión de su existencia que les llama christianos.

Los agotes viven en pequeños grupos en el País Vasco Francés, Bearn, Aquitania, y en España en Navarra, Guipuzcoa y Huesca. En Navarra están situados en el valle del Batzán, Elizondo, Irurita, Elbete, Amaiur y Arizcun, pueblo en el que se concentran en el barrio de Bozate, pero también se los puede encontrar en Monreal y en el valle del Roncal.

Para J. Altadill agote significa confinado por enfermedad de la boca y Bozate confinamiento de afónicos. Hay teorías que los consideran descendientes de los visigodos, lo que desmiente Bascle de la Grece basándose en que los godos eran una raza noble que tenía la misma religión y enemigos que los pueblos que discriminaban a los agotes. Para quienes los consideraban musulmanes, se apoyaban en que pudieran ser musulmanes derrotados por Carlos Martel que se habrían quedado en la zona convirtiéndose al cristianismo a cambio de que se les perdonara la vida; teoría con poco fundamento puesto que en Navarra siempre convivieron pacíficamente musulmanes y cristianos.

Los agotes viven en pequeños grupos en el País Vasco Francés, Bearn, Aquitania, y en España en Navarra, Guipuzcoa y Huesca

La teoría que Pío Baroja estimaba como posiblemente válida era la que consideraba a los agotes seguidores de la herejía albigense, porque pensaba que solo el fanatismo religioso podía llegar a ser tan violento. Los detractores de esta teoría argumentan que los agotes son anteriores a dicha herejía.

Carmen Aguirre Desclaux apuntaba a personas a las que se asociaba con la lepra o enfermedades de tipo cutáneo; es cierto que en la Edad Media la lepra era muy temida y provocaba marginación. Pero lo cierto es que se desconocen sus orígenes y que lo único verosímil es que el resto de la población les atribuía orígenes perversos y explicaciones justificativas frente a la brutal discriminación que estas personas han sufrido a lo largo del tiempo y que todavía pervive, pues a día de hoy, todo el mundo sabe quién agote y se refieren a ellos como "esos" en toda la zona.

Hasta 1950, no les dejaban bailar en las fiestas y, entre las barbaridades que sufrieron no faltó el encargo del Gobierno Vasco de que se les hicieran pruebas de ADN para verificar si eran en verdad diferentes. Ni la bula Pontificia de 1515, ni los Decretos de 1534 y 1548, de las Cortes de Navarra a favor de este grupo estigmatizado dieron sus frutos. No eran siervos pero tenían libertad restringida y no pagaban impuestos, y no fue hasta 1673 que Pedro de Ursúa intercedió por ellos ante las Cortes Castellanas y Aragonesas y se reconocieron como originarios de Baztán y navarros de pleno derecho. Posteriormente, en 1817 se promulgó otra ley que suprimía todas las discriminaciones existentes en contra de estos maldecidos, pero a día de hoy aún siguen señalados.

Lo que si se puede constatar es la trazabilidad de su huella histórica, vinculados a los gremios medievales de artesanos, carpinteros, canteros y trabajadores de la piedra, que tal vez habían caído en desgracia por las sucesivas crisis durante los siglos XVI y XVII, de la que resultaron ser mano de obra excedente de las magnas construcciones del Camino de Santiago desde el Pirineo hasta Puente La Reina, lo que justificaría la localización geográfica de este grupo de marginados.

Baroja los definía como pacíficos, laboriosos, serios y sedentarios con alma de músicos, tamborileros y bertsolaris. Tanto él como Moncaut hablan de su aspecto raquítico, debido probablemente al castigo permanente del hambre y la miseria de un colectivo que no se sabe por qué, "fue blanco de las iras de los lugareños en el norte de Navarra y parte Oeste de Aragón", dice Álvaro Van den Brule, que señala cómo en las creencias más íntimas del católico pueblo vasco siempre existió una corriente de paganismo solapado.

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