Opinión

La muerte en Galicia

Con este título se inició el ciclo de conferencias para Repensar Galicia, del Ateneo Atlántico, en el que se propone profundizar en el conocimiento y debate de la situación real de Galicia en estos momentos.

El ciclo se inició con dos conferenciantes con experiencia en uno de los temas más manidos como problema fundamental de nuestra Comunidad Autónoma: el envejecimiento.

Tanto Isidro Dubert, catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Santiago de Compostela, fundador y director de la revista Obradoiro de Historia Moderna y autor de A morte en Galicia, como Antía Pérez Caramés, Doctora en Sociología por la Universidad de A Coruña y autora de múltiples artículos, cuya tesis doctoral versó sobre el Análisis del envejecimiento demográfico en Galicia. Una perspectiva de género sobre el cuidado de los mayores, calificada cum laude, han desmitificado el envejecimiento cómo causa del problema primordial de Galicia y demostrado que es la consecuencia de otras deficiencias reales que no se están abordando.

Tanto Dubert como Pérez Caramés fueron desmontando la falacia que se esconde tras los conceptos de "catástrofe demográfica", "sangría demográfica", "declive demográfico","suicidio demográfico", y tantos otros calificativos tras lo que parece estar el natalismo, una ideología caracterizada por su insistente apocalipsis demográfica, económica y social y que es definida como conservadora, obsesionada por la natalidad y la conservación del rol de la mujer esposa y madre y la familia tradicional. Desde su punto de vista, el enfoque de las políticas de la Xunta para impulsar la natalidad estaría desacertado y fuera del contexto de los problemas reales que llevan al despoblamiento de Galicia.

El verdadero problema está en la emigración; emigración que se produce por falta de empleo y de planes eficaces de desarrollo económico para Galicia. A lo largo de la historia la emigración ha sido la salida económica de la gente joven y la causa de la paulatina despoblación y envejecimiento; porque la gente joven emigra y la mayor es la que se queda y también, la que regresa para quedarse cuando se ha hecho mayor porque, como decía Dubert, los pocos que regresaron todavía jóvenes con ánimo de establecerse en Galicia, tuvieron pocos o nulos apoyos para afianzar un negocio o encontrar empleo aquí.

No podemos olvidar que los gallegos emigran fuera de la Comunidad Autónoma en busca de oportunidades, y no siempre al extranjero, también hacia el resto de España.

Pérez Caramés señaló las cinco etapas registradas en las que la emigración de Galicia al exterior fue masiva, resaltando que la última, a la altura de 2015, supuso la pérdida de 380.000 jóvenes gallegos afectados por ella de los que uno de cada dos tenía estudios superiores o universitarios. La pérdida de este altísimo contingente de personas cualificadas, cuya formación ha costeado Galicia y su saber se rentabiliza fuera por quienes la reciben sin haberla costeado, hace que otros progresen mientras esta Comunidad se hunde.

El problema de Galicia no es la falta de natalidad. Nuestro problema es la carencia de un desarrollo económico sostenible que de empleo y arraigo a quienes nacieron aquí. Si no se cambia eso, cuantos más nazcan, más se tendrán que marchar. Y si se tiene que marchar la gente joven, sus hijos nacerán en otra parte y no en esta tierra.

A la vista de los datos, magníficamente expuestos por la catedrática Pérez Caramés, no es en planes de natalidad en lo que debe invertir la Xunta de Galicia. Es en planes de desarrollo económico y de tejido industrial para Galicia y para eso, para crear industria puntera y sostenible, necesitamos al inmenso potencial que se tuvo que marchar al exterior. De nada serviría parir y formar a otra generación de jóvenes si después se tienen que marchar. Galicia necesita que los nuestros, que se han tenido que marchar, puedan volver y tener trabajo y un futuro para ellos y sus hijos aquí.

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