Opinión

Una mañana cualquiera

No se podría decir, en los últimos tiempos, que las mañanas careciesen de noticias que hacían oscurecer cualquier expectativa de alcanzar, ¡por fin!, un día de tranquilidad y esperanza. Un día en que en el no hubiese una novedad preocupante o aterradora.

La desesperanza y la preocupación lleva tiempo reflejándose en las caras de la gente; los comentarios reflejan problemas que, a cada cual, atenazan en lo cotidiano. Hay temor al futuro; un temor que se agrava al comprobar cómo los desastres climáticos se están manifestando a diario en todo el mundo y en nuestra tierra. Ahora ya se comprende que las advertencias de los científicos eran reales. ¡Y tan reales!

Nuestra gente tiene que huir de sus casas para librarse del fuego y cuando regresa, con suerte habrá encontrado su casa en pie pero no así sus animales, sus cosechas…, su medio de vida.

Quienes no se han criado en zonas rurales tal vez no entiendan el alcance de un incendio como el de la Sierra de la Culebra. Tampoco, sobre todo si nunca han tenido mascotas, podrán entender que para un agricultor/a la muerte de sus cabañas quemadas por el fuego, o ahogadas en la riada, les duele en el alma y no solo en el bolsillo. Los urbanitas comprenderemos las consecuencias de tales desastres cuando en los supermercados escaseen los productos procedentes de esas zonas agro-ganaderas, o su precio se haya vuelto inalcanzable para las posibilidades de la mayoría.

Con los montes arrasados por el fuego, no habrá ganadería extensiva; esa ganadería que no necesita que la atiborren de antibióticos, que junto con los cultivos diversificados garantizaría la soberanía alimentaria cuando la escasez y encarecimiento de la energía y sus repercusiones, obligue a depender de los productos de proximidad; algo que también requiere la sostenibilidad medioambiental y las medidas para frenar el cambio climático al que debemos las olas de calor, incendios, inundaciones y desertización de una parte cada vez mayor de los suelos de cultivo.

Ayer he visto llorar a personas ante la desolación. Ante la desolación del suelo quemado y peor aún, ante las declaraciones de Mañueco y otros políticos de la zona. Mañueco no fue capaz de contestar a nada de lo que le planteaban, tan solo supo afirmar que las manifestaciones de bomberos y ciudadanos por la falta de medios eran políticas y afirmó "a mí me informaron de que había medios suficientes", porque él, ni siquiera estuvo allí. Al resto de las preguntas las derivaba a los técnicos, "que son los que saben", "los que se manifestaron eran los profesionales".

En efecto, los que se manifestaron fuero los profesionales que se juegan la vida luchando contra los incendios, a los que acompañaron muchos agricultores que tuvieron que acudir ante la falta de efectivos porque, según consta registrado, hay solo un tercio de los efectivos que se necesitan para la lucha contra incendios. También consta que la propuesta de aumentar la plantilla contra incendios se desestimó en su día con los votos de Vox y PP. Entiendo las lágrimas de desesperación de la gente porque, a la gravedad de lo ocurrido, se suma la desesperación de estar en manos de unos políticos inútiles e insensibles a la realidad social.

¿Recuerdan la semana de la Rebelión de los Científicos? Aquella huelga de Científicos que duró una semana y la dedicaron a informar sobre la gravedad de la crisis climática y la inacción de los Gobiernos al respecto. No la recordarán porque fue silenciada por los medios de comunicación. Los Científicos hablaban de estos gravísimos peligros que nos acechan y pedían medidas inmediatas para atajarlos.

De aquella semana de Rebelión Científica, en nuestro país resaltaron las imágenes de las columnas y escalinata exterior del Congreso regadas con agua teñida con remolacha roja, (que se elimina con un buen chorro de agua, sin más perjuicio), tachándoles poco menos que de terroristas. Conste que para nada interfirió dicha acción con la actividad que se estaba desarrollando dentro del Congreso ese día. Pues bien ¿saben cuál fue el resultado? Seguro que tampoco.

Medidas inmediatas contra la crisis climática no se conocen a raíz de aquella protesta, pero la maquinaria disuasoria para amedrentar fue ágil. Hay varias personas de ese movimiento con citaciones policiales, cual si fuesen terroristas, que cómo mínimo podrán ser objeto de multas considerables. Es deplorable que ese sea el trato dispensado a quienes intentan concienciar para que se luche con medidas políticas y gubernamentales contra la crisis climática y el peligro de extinción de la vida en el planeta.

Seguro que si no se implicaran por la vida y estuvieran, por ejemplo, dónde quiera que estuviera el Presidente de la Junta de Castilla y León mientras se quemaban 25.000 Ha según RTV, no estarían es esta situación. Su lucha es la de todas las personas que defendemos la lucha contra la crisis climática y la contaminación del planeta.

Amanecer con un panorama como éste al que se suman las pretensiones de Aznar de que no se actualicen con el IPC las pensiones de los jubilados, (claro, hay que destinar el dinero a los gastos de la guerra), o los graznidos de Zelenski para que los Gobiernos europeos continúen esquilmando a sus ciudadanos para sostener la guerra en Ucrania sin que él esté dispuesto a ceder ni un ápice en pro de negociar la paz, no alimentan la luz del día ni la esperanza de la gente.

Cuando el pueblo está en manos de un dirigente que no lo defiende, es evidente que tal dirigente no sirve a ese pueblo. Cuando las vidas de los ciudadanos importan menos que sostener o ganar una guerra, tampoco. Tal vez algunos dirigentes europeos están empezando a entender esto. Tal vez por eso ya se empieza a hablar de la guerra entre EE UU y Rusia sin eufemismos.

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