Opinión

¿Robots o mano de obra humana?

"LA ROBÓTICA y la inteligencia artificial son la siguiente revolución", aseguraba el pasado verano Rajiv Kumar, economista y fundador de la fundación Pahle India Foundation, quién consideraba que "van a ser la revolución más desestabilizadora que se haya visto nunca porque reemplazarán no solo el trabajo rutinario sino también funciones mentales complejas".

Dani Rodrik, economista de Harvard, hablaba en 2015 de la "desindustrialización prematura", y sostenía que muchos países subdesarrollados se convirtieron en economías basadas en servicios mucho antes que sus homólogos occidentales, lo que atribuía a que el cambio tecnológico tuvo un importante papel, pero advertía que esta tendencia podría tener graves consecuencias para el crecimiento económico y la estabilidad política de estas regiones y preveía como más afectado al sector textil.

La industria textil, según datos de Clean Clothes Compaign, emplea en torno a 27 millones de personas en Bangladesh, India y Pakistán, ocupando en éste último país al 2,5% de su población y supone además el 82% de sus exportaciones.

Esta industria genera tanto empleo en la zona porque sus salarios son inferiores a los de su competidores chinos y porque la industria se ha mantenido sin automatización. Una de las razones que podrían salvar a esta industria de las previsiones de Rodrik es la dificultad en el tratamiento de los materiales delicados, la compleja toma de decisiones y la precisión del trabajo, cuestiones que la capacidad de las máquinas todavía no han resuelto, aunque los creadores de Sewbot están trabajando en el perfeccionamiento de su invención, incorporando cámaras de tal forma que el robot pueda fotografiar el material que se está utilizando y analice el proceso, mejorando el control de los movimientos de sus extremidades.

Palaniswamy Rajan, consejero delegado de Softwear Automation, declaró recientemente que su compañía Sewbots, creada con financiación de 2 millones de dólares de Walmart y financiada también por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de EE UU, no podría competir en coste de trabajadores en lugares como Bangladesh.

Tras la elección de Trump, las compañías de EE UU se ven incentivadas por la promesa "América first" para traer el trabajo de vuelta a casa. En este sentido, no es Walmart la única interesada en la confección automatizada, que prevé pasar del proyecto de confección de vaqueros a la de camisetas en 2018; Amazón ya presentó una patente para desarrollar máquinas capaces de coser prendas nada más ser encargadas.

Aunque de momento los robots todavía no superan la mano humana en el textil, la compañía estadounidense Softwear Automation trabaja en el desarrollo del Sewbot para que permita automatizar todo el proceso de confección; pero muchos piensan que pasará tiempo hasta que que sea fiable dicha tecnología y además, resulte competitivo su precio. Aunque es solo eso, cuestión de tiempo, para que esta tecnología ponga a prueba el modelo económico de esta parte del mundo, como afirma Ben Bland.

Llegados a ese punto de desarrollo tecnológico y lo suficientemente barato como para competir con mano de obra a precio tercermundista, la automatización en Bangladesh o en cualquier otro punto perdería sentido porque sería más práctico y económico producir en EE UU, evitando portes e impuestos arancelarios.

¿A dónde apuntará entonces la economía asiática?.

¿Y la del resto, habrá tomado al fin la decisión de grabar con impuestos la producción robotizada?.

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