Opinión

Las tensiones frente a la guerra en Ucrania

Las tensiones entre Ucrania y Rusia, con las potencias occidentales en la trastienda, se agudizaron y saltaron a la actualidad en 2022, pese a que Ucrania estaba en guerra desde 2014 y venía arrastrando un grave conflicto en la zona del Donbass en la que se contabilizaban más de 14.000 muertos, edificios civiles, escuelas y hospitales destruidos y vías de suministros cortadas. Era un asunto del que no se hablaba pero la realidad estaba ahí pese a que era, como tantos otros, un conflicto olvidado en nuestros medios de comunicación. 

En un momento tan convulso como el que estamos viviendo y con las implicaciones de la guerra de Ucrania repercutiendo en la economía de la U E y claro está, también en la de nuestro país, provocando aumento de los gastos militares, encarecimiento de la energía y los alimentos y una seria amenaza de desabastecimiento, también observamos como a la vez se alteran las relaciones internacionales provocando cambios geoestratégicos importantes y modificaciones en nuestra política exterior; todo ello aderezado con falta de información real y una campaña de marketing tendenciosa a favor de los intereses de cada bando, (pues ya es bien sabido que la verdad es la primera víctima en cualquier guerra), hacen imprescindible buscar fuentes de información basada en datos y conocimiento de la historia de la región que nos permita entender las razones por las que se llegó a la actual situación. 

La cuestión va más allá de la llamada invasión de Rusia en Ucrania e implica a la OTAN, con EE UU a la cabeza, pero repercute fundamentalmente en la U E y por tanto, como estamos viendo, en nuestro país. Otra de las repercusiones negativas para la economía española, en el terreno de las relaciones internacionales, es la reciente ruptura del pacto de amistad y de las relaciones comerciales con nuestro país por parte de Argelia. 

Para sopesar la condición contemporánea de Ucrania y Rusia y las diferentes tramas que se han revelado en Crimea y en la Ucrania Oriental es necesaria una reflexión sobre el papel que corresponde a la U E, los EE UU y la propia Rusia. Tampoco deberíamos olvidar el papel de la OTAN en el origen y desarrollo de ese conflicto. 

Para sopesar la condición contemporánea de Ucrania y Rusia y las diferentes ramas que se han revelado en Crimea y en la Ucrania Oriental es necesaria una reflexión sobre el papel que corresponde a la UE, los EE UU y la propia Rusia

Ante las consecuencias que derivan del conflicto Rusia-Ucrania, (que no es más que la escenificación de un entramado más complejo), la ciudadanía comienza a dar muestras de preocupación, descontento y sobre todo rechazo a la escalada belicista que se percibe in crescendo y que está reportando muertes, empobrecimiento, inseguridad y hambruna. De ahí, la preocupación ante la próxima Cumbre de la OTAN que se celebrará en Madrid los días 28 y 29 de junio y el resurgir de las plataformas y comités Anti-OTAN y las movilizaciones sociales entre las que, además de concentraciones y manifestaciones por la Paz y contra la OTAN y sus Bases en territorio europeo, se ha organizado una Contra-Cumbre en Madrid. 

Aunque últimamente todos los desastres se atribuyen a la guerra en Ucrania, y sin olvidar que con ella se intentan tapar graves problemas internos previos que afectan a países como EE UU ó la propia Ucrania, (y no son los únicos, incluso Israel), tampoco se puede dejar de tener en cuenta que la limitación y escasez de determinados recursos en el planeta ya estaba creando serios problemas que obligan a un replanteamiento a nivel global. Es lo que muchos llaman la gran crisis civilizatoria porque fuerza inexorablemente a un cambio de paradigma en las formas de producir, de consumir y de repartir los recursos, so pena de morir de inanición gran parte de la población. Actualmente, cerca de 2.000.000 de niños morirán de hambre en el cuerno de África y, según el Banco Mundial, 768.000.000 de personas en el mundo viven en la pobreza. 

Como dice Juan Bordera, “será la desigualdad la que haga arder las calles del planeta”. Ninguna propuesta estará en la vía correcta si no tiene en cuenta la dimensión del problema y aborda la gran dependencia que tenemos de las energías fósiles y los problemas que eso conlleva. El hecho de no haber tomado a tiempo las medidas necesarias con respecto al tema energético y la limitación de los recursos del planeta, nos coloca ahora en una situación límite, que a su vez, también es motivo de revueltas sociales y desencadenante de guerras. 

¿Cómo no va a haber revueltas sociales con las desigualdades que genera el sistema neocapitalista, cuando durante la pandemia los 10 hombres más ricos del mundo doblaron su riqueza mientras el 99% restante se empobrecía? 

Tanto Juan Bordera como otros autores que con frecuencia les he venido mencionando, insisten reiteradamente en la urgente necesidad de hacer una pedagogía decrecentista. Bordera y Antonio Turiel hicieron público en diferentes medios, (éste último incluso intervino en el senado), antes de que el conflicto en Ucrania estallara, la seria advertencia de que la situación derivaría en una gran crisis alimentaria. Los avisos estaban a la vista pero los Gobiernos los ignoraron. Incluso el Club de Roma ya lo había advertido en su día llamando la tención sobre la limitación de recursos y la necesidad de moderar las formas de producción, pero todos los foros que advertían sobre la necesidad del decrecimiento y los riesgos de la desigualdad fueron ignorados. 

Las inquietudes sociales de la ciudadanía trajeron a otro decrecentista y conocedor de las tensiones contemporáneas en la Europa oriental, Carlos Taibo, autor del libro de reciente publicación “Rusia frente a Ucrania. Imperios, pueblos, energía”, a participar en distintos foros de interés social, varios de ellos en Galicia. Precisamente hoy participará en una conferencia y posterior debate organizado por el Ateneo Atlántico de Vigo*. 

El interés de la ciudadanía por conocer de los acontecimientos que le atañen es positivo y constituye el primer paso para tener criterio a la hora de tomar decisiones y asumir responsabilidades. Concuerdo con Bordera en que no hay nada peor que la inacción y el silencio. No hay pedagogía más proactiva que el conocimiento de las realidades que nos obligan a tomar cambios. *(ateneoatlantico.blogspot.com)

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