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Pactómetros

FERRERAS sacó aquel pactómetro la noche electoral y no lo soltó en semanas. Se ponía el tío todo loco aporreando aquella pantalla como si se la acabaran de regalar por su cumple, e imaginaba mundos imposibles: "Veamos. Una alianza entre el PP, Ciudadanos y Bildu, daría el gobierno a Rajoy si se abstienen Podemos y los catalanes", decía Ferreras. Luego lo borraba todo y volvía a empezar. Aquella máquina era una calculadora normal y corriente, pero a Ferreras le gustaba. La cuestión es que las matemáticas, por muy exactas que sean, no sirven para ciertas cosas, porque no entienden de lógica. Las matemáticas dicen que si cogemos a una pantera, a un tigre, a un oso y a un elefante, los sumamos y los metemos en una jaula, tenemos cuatro animales. Luego ya la lógica, que tampoco entiende de ciencias, nos permite predecir que de esos cuatro animales, alguno no estará vivo a los diez minutos y hay una alta probabilidad de que en la siguiente media hora sobreviva uno o ninguno. Eso el primero que lo sabía es Ferreras, pero el hombre disfrutaba tanto jugando al pactómetro que no era capaz de soltarlo y nadie se decidía a quitárselo. Estaba enganchado como un adolescente probando la última versión de Final Fantasy.

Aquello no servía para nada. El sentido común y las matemáticas nos daban dos únicos posibles acuerdos: PP-PSOE o PSOE-Podemos, ésta última con apoyos nacionalistas. No cabía otra cosa. Cualquiera de esas dos alianzas podría ser apoyada por Ciudadanos, aunque no era necesario. De otra manera, no habría gobierno. Ya está. Eso era lo único que podía pasar y lo único que seguirá ocurriendo por mucho que Ferreras se adiestre con el pactómetro de aquí a la repetición de las elecciones. Lo único que está en juego es si hay sorpasso o no lo hay. No cambiaría demasiado la correlación de fuerzas y Pedro Sánchez acabaría recluido en un convento cisterciense, pero estaríamos abocados a las dos mismas posibles alianzas: PP-PSOE o Podemos-PSOE.

Para no tener que pactar después del 26J, alguien necesitaría uno o dos millones más de votos que el 20D. Eso no parece que vaya a suceder, y menos si pretenden conseguirlos a base de chascarrillos en Twitter, vídeos con gag y mensajes vacíos. Puede ser que entre tantos millones de votantes alguno cambie su voto tras ver un vídeo, pero a estas alturas de la película nadie va a presentar un programa deslumbrante ni montar una campaña tan eficaz como para que los nuevos votantes le lleguen en masa. Así las cosas, el que se ha equivocado es el PSOE, por mucho que pretendan hacernos creer que hicieron todo lo posible por formar gobierno, pues después del día 26 seguirá en la misma disyuntiva en la que estaba, la de la lógica y las matemáticas. O Sánchez negocia con Iglesias , o negocia con Rajoy. Eso es lo que tenía que haber hecho antes, sin jugarse un sorpasso. Cierto que el Comité Federal no le dejaba hacer lo uno ni lo otro, y eso demuestra dos cosas: que en el Comité Federal son una panda de inútiles y que Sánchez tiene la capacidad de liderazgo de una sardina. Le iba a decir el Comité Federal a Felipe lo que podía o no podía hacer. El propio Felipe pone a Sánchez contra la espada y la pared al decir primero que no puede pactar con Podemos porque son bolivarianos y justo después sostener que un gran pacto con el PP tampoco puede ser porque las grandes coaliciones no funcionan en Europa. Bien, Felipe. ¿Qué hace Sánchez entonces? Díselo tú, compañero, que tienes la solución. Te lo pido en recuerdo de nuestra juventud, cuando bailábamos desnuditos y nos toqueteábamos en la playa hasta bien entrada la aurora. La única salida que dejas a la vista sería aceptada por el pactómetro de Ferreras, aunque es contraria a toda lógica, porque imagino que sólo puedes estar pensando en que Sánchez negocie con el PP la abstención del PSOE para permitir un gobierno Rajoy- Rivera . Tú dirás, querido mío.

Alguien en el PSOE tiene que ir metiéndose esto en la cabeza: puede haber gobierno sin el PP o sin Podemos, y desde luego sin Ciudadanos. Lo que no puede es haberlo sin el PSOE, y eso significa, si aplicamos el sentido común y las matemáticas, que es el PSOE el que ha tenido y tendrá las mejores condiciones de partida a la hora de sentarse a negociar. Si quiere gobernar, tiene que ceder; si va a apoyar a otro, deberá exigir. Es el abc de cualquier negociación en la que uno tiene las mejores cartas. Es que incluso con sorpasso, el PSOE es el único que podrá decidir el gobierno. Una de dos: o se ceden sillones o se exigen, pero para eso hay que negociar. Con PP o con Podemos, que son los dos únicos con los que se suman más votos a favor que en contra. Lo único que queda por ver es cuál de los dos puede tener más afinidades programáticas y cuál de ellos es el aliado preferido por los votantes socialistas. Repetir el esperpento del pacto con Albert Rivera, que sólo sirvió para absolutamente nada, ha demostrado ser una mala idea.

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