Opinión

La provincia de las mujeres

LA PROVINCIA DE Pontevedra puede presumir de ser la que más mujeres presenta como cabezas de lista en las generales del 10-N. Todas las que tienen posibilidades de obtener un acta de diputada se dan cita en nuestra redacción para debatir y, ahora sí, pedir el voto.

Las contendientes son Olga Alonso (PSOE), María Ramallo (PP), Carme da Silva (BNG), Yolanda Díaz (UP) y Beatriz Pino (CS). Llegan con sus jefes de prensa, tres de los cuales proceden de la cantera de este periódico, que se saludan y se hacen una foto juntos para rememorar viejos tiempos mientras se miran tratando de escudriñarse las estrategias. Son María Núñez, Anxo Barros y Adrián Rodríguez, antiguos jefes de redacción y hoy rivales. Beatriz Pino viene acompañada por dos asesores y medio millón de pulseras de su partido en el brazo. Como sus acompañantes lucen otras tantas, no puedo evitar pensar que de camino al periódico volcó frente a ellos un camión que transportaba pulseritas de Ciudadanos y las recogieron para que no se perdieran.

Algunas candidatas traen carpetas propias con los atributos de sus partidos y todas vienen con los temas bien preparados. Imagino que les habían pasado los temas con anterioridad porque todas cuentan con un desarrollo escrito, aunque a lo largo del debate apenas los usan salvo para precisar algún dato.

En esta ocasión las intervenciones son cronometradas y el orden de las intervenciones va cambiando en cada bloque. La mesa se llena de móviles que hacen las veces de grabadoras y de cronómetros. A mi lado, María Ramallo clava los tres minutos que le tocan en cada intervención.

Olga Alonso mientras habla mira alternativamente al moderador, Miguel Ángel Rodríguez, a Pedro Pérez y a mí. Inmediatamente advierto que lo hace para convencernos. Tiene claro que sus rivales se votarán a sí mismas, pero no sabe a quiénes votaremos nosotros. Yo estoy relegado en una esquina de la mesa, sin alcance a las jarras de café ni a las pastas. Ya para eso podían haberme sentado en el suelo con un plato de pienso.

Los bloques se van sucediendo y me aburro. El debate es rígido y al principio no hay interrupciones. Salgo de mi letargo cuando Beatriz Pino, muy seria, le dice a María Ramallo: "Señores del PP, los bebés nacen pero luego crecen". Yo nunca lo hubiera pensado, pero debe ser cierto, pues Ramallo asiente. Yolanda Díaz dice que hay que derogar la Ley nosequé barra nosecuántos y nadie le lleva la contraria, quizás porque nadie allí sabe de qué habla. Luego propone una batería de medidas, una táctica resultona, pues no da tiempo ni a anotarlas.

Los mensajes son medidos, no sólo en tiempo sino en forma. Carme da Silva niega que Galicia exporte electricidad, pues "para exportar é necesario que alguén pague", lo que tiene sentido. Luego se ponen a hablar de la mochila austríaca. Ni idea. Debe ser como una navaja suiza, porque se refieren a ella con pasión.

La socialista nos sorprende a todos echando la culpa de las avispas velutinas al cambio climático, a lo que la nacionalista le responde que no, que esas avispas llegaron en un contenedor. La más apasionada a estas alturas del debate es Beatriz Pino, que cuando cita a los puertos de la provincia olvida al de Vilagarcía. La más circunspecta, María Ramallo, que recibe buena parte de los ataques sin inmutarse y los devuelve de forma ordenada.

Yolanda Díaz parece tener buena memoria. Suelta cifras sin consultarlas, aunque lo hace a tal velocidad que lo mismo se las inventa. A su lado, Carme da Silva espera su turno moviendo la cabeza para negar todo lo que dicen sus rivales. Hay cierta placidez en al ambiente, sin duda alentada por el escenario, la venerable sala donde atesoramos la hemeroteca, que invita al buen rollo y la reflexión.

De pronto, sale el tema de Cataluña y todo salta por los aires, empezando por el turno de palabra y siguiendo con las buenas formas y los cronómetros. Es lo que tiene Cataluña, que basta con mentarla y España se rompe. El bloque constitucionalista se echa sobre Carme da Silva y Yolanda Díaz, que aguantan y contraatacan furiosamente. Es el único momento tenso de un debate elegante que recupera el tono cuando se acerca el minuto de oro en el que cada candidata brinda su exposición final. Carme da Silva habla de la "necesidade de facer país"; Beatriz Pino pide coherencia, Yolanda Díaz se dirige a la "xente do mar, do agro". Todo muy previsible.

María Ramallo hace un llamamiento a la participación de la "gente aburrida que no tiene ganas de ir a votar", y mientras lo dice me mira, no sé por qué. Olga Alonso, la última en hablar, pide un Gobierno estable y de progreso y termina gritando: "¡Ahora sí!". Le sale tan bien que todos rompen a aplaudir, incluyendo a sus rivales, que ahora sí, se lanzan a por las pastas, que tuvieron mucho éxito, sobre todo las de chocolate con cobertura de colorines.

Les prometo mi voto a todas, que se largan corriendo porque tienen otro debate en Vigo, Todas salvo Carme da Silva, que no está invitada. "O BNG está vetado". Pues es una pena. Me despido con la satisfacción de votar en una provincia en la que todos los grandes partidos han apostado por mujeres, todas ellas buenas en la política y en el debate.

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