Opinión

Las cosas pequeñas

ME convencía hace poco Meli Fandiño, que es un ejemplo para todos los buenos periodistas de esta ciudad, de la importancia de la política municipal. Decía Meli que si usted tiene un bache frente a tu casa junto a una farola que no alumbra, todos los días al entrar y al salir, va a ver el bache salvo si es de noche, que la farola ya hemos dicho que no alumbra. Si el bache está arreglado en cuatro días y la farola en seis, el problema estará olvidado y usted volverá a ser feliz.

Pero si pasan los días, los meses, los años, y los asuntos siguen igual o peor, usted estará todo el día pensando en ello y su vida sufrirá un deterioro que irá a más. Estará usted irritada cada vez que vaya o venga de su casa y compruebe que el problema sigue sin arreglar. Perderá tranquilidad y confianza en su alcalde o alcaldesa, se obsesionará y acabará yéndose a vivir a Hong Kong para engancharse al opio. Esto último, lo del opio, es de mi cosecha, que Meli Fandiño no me lo dijo. Es que la historia así gana color e interés.

Pues tiene razón Meli, como siempre. Puede a usted importarle más el bache o la farola que seis años de políticas comunitarias o madrileñas. La política municipal es la de las pequeñas cosas que poco a poco van conformando una ciudad. La confianza que inspira un alcaldable es vital. ¿Quién cree usted que le va a arreglar el bache o cambiar la bombilla de la farola? Pues a esa persona a la que tiene que votar. Quien dice una bombilla o una farola, dice una calle o seis manzanas.

El otro día me preguntó una señora que fue muy amiga de mi madre a quién le recomendaba que votara. Para que la buena señora tomara libremente una decisión sin dejarse influir, le dije: "Imagina que eres vecina de todos los candidatos y estás sola en casa cuidando a tus nietos, cuando de pronto te caes y te partes una pierna. Como no puedes llevarte a los chiquillos al quirófano, tienes que pedir a uno de tus vecinos candidatos que te los vigile. Pues decide a quién llamarías y vótale". Se fue pensativa. Igual se abstiene.

Pero eso es lo que se vota en unas municipales. A una persona fiable, buena gente a ser posible o al menos responsable y eficiente, capaz de gestionar un municipio, de hacer cosas grandes o pequeñas que mejoren la calidad de vida del vecindario, que administre con sentidiño y equitativamente, que sepa escuchar a la gente, que sea empática y trabajadora.

En la gestión de un ayuntamiento se difuminan las ideologías para convertirse en baches y en farolas, en saneamiento, en rúas, en servicios y también en actividades deportivas, en cultura, en fiestas, sí, también, claro, en promoción de la ciudad, en turismo, en los espacios públicos. En las cosas pequeñas y no tan pequeñas que conforman una ciudad mejor o peor.

Digo esto porque a veces perdemos la perspectiva y acabamos creyendo que votando a un alcalde vamos a arreglar el mundo, como si no tuviéramos bastante con arreglar un bache o una farola. Pues no. Ni los eurodiputados arreglan baches ni los alcaldes negocian cuotas pesqueras. Cada uno está para lo que está y suficiente es si lo hace medianamente bien. Suerte a todos, especialmente a usted y a mí.

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