Opinión

25 de noviembre

LLEVO PELEANDO, no sé si de la mejor de las maneras aunque nunca me rendí ni lo haré jamás, por la igualdad de las mujeres y los hombres desde que tengo uso de razón; sí, porque desde muy pequeña siempre fui muy contestataria y reivindicativa, y gracias a una madre con amplitud de miras, en vez de dos zánganos machistas, mis hermanos son ejemplo de corresponsabilidad en sus correspondientes familias y me siento muy orgullosa de ello; pero por otra parte, y sinceramente en la mayoría de edad de este siglo XXI, que tenga que seguir denunciando entre otras cuestiones que me importan más que mucho, la erradicación de la violencia en las mujeres y en las niñas, me produce una mezcla de desazón, cabreo, asco y rabia. Pero nadie me va a parar.

En diversas intervenciones, muchas veces me han preguntado el por qué de la existencia de Días Internacionales propuestos desde Naciones Unidas; y la respuesta es bien sencilla, por la necesidad de concienciar y señalar que existe un problema sin resolver, un asunto importante y pendiente que afecta a la sociedad mundial para que, a través de esa sensibilización, los gobiernos y los estados actúen y tomen medidas; pero por encima de ello, para una mayor implicación de la ciudadanía, ya que sin su colaboración en su día a día, sería absolutamente inútil cualquier tipo de lucha, como esta que este domingo evocamos.

No sé si sabrán que una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual, principalmente por parte de un compañero sentimental; o que solo el 52% de las mujeres casadas o que viven en pareja decide libremente sobre las relaciones sexuales, el uso de anticonceptivos y su salud sexual; o que casi 750 millones de mujeres y niñas que viven hoy en día se casaron antes de cumplir 18 años; o que al menos 200 millones de ellas se han visto sometidas a la mutilación genital femenina; o que el dato de 71% de las víctimas de la trata en todo el mundo son mujeres y niñas, y 3 de cada 4 de ellas son utilizadas para la explotación sexual; o que a nivel mundial en 2012 (no me quiero imaginar el dato a día de hoy), que en uno de cada dos casos de mujeres asesinadas, el autor era su compañero sentimental o un miembro de su familia, y en el caso de los hombres, estas circunstancias únicamente se dieron en uno de cada 20 asesinados; o que la violencia contra la mujer es una causa de muerte e incapacidad entre las mujeres en edad reproductiva tan grave como el cáncer y es una causa de mala salud mayor que los accidentes de tránsito y la malaria combinados... Sin palabras.

El 25 de noviembre de 1960 se encontraron los cadáveres de Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, tres hermanas asesinadas el mismo día por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo por ser opositoras a su régimen. Ello dio pie a la celebración de este día desde 1981 en Latinoamérica, pero no sería hasta 1999, cuando la Asamblea General de Naciones Unidas lo eligió, tristemente, como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Si queremos cambiar el Mundo, debemos cambiar el nuestro, el más cercano, el cotidiano; ya que los gobiernos y las instituciones tienen mucha responsabilidad en ello, pero por muchos planes y proyectos que propugnen, somos nosotras las personas de bien, las que debemos poner en práctica, día a día nuestra responsabilidad y remedio en los casos que conocemos, porque los hay, todos y todas lo sabemos.

Tenemos que llevar a la máxima potencia las práctica de esas frases llenas de contenido como "NO ES NO", "NI UNA MENOS", "NI UNA MÁS", porque las mujeres se lo merecen, en especial y por desgracia, las actrices obligadas a protagonizar la película de terror más grande, la que en muchos casos acaba con su vida, la de LA VIOLENCIA DE GÉNERO; la violencia por un compañero sentimental (violencia física, maltrato psicológico, violación conyugal, feminicidio); la violencia sexual y acoso (violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no deseadas, abuso sexual infantil, matrimonio forzado, acecho, acoso callejero, acoso cibernético); la trata de seres humanos (esclavitud, explotación sexual); la mutilación genital, y el matrimonio infantil... Porque la violencia contra la mujer es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual ,sobre las que apenas se informa ni denuncia en muchos más casos de los que nos imaginamos, debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores, y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.

Los efectos físicos se ven, pero los psicológicos adversos de la violencia contra las mujeres ¡no!, y representan consecuencias negativas para su salud sexual y reproductiva, afectando a las mujeres en toda la etapa de sus vidas. Por ejemplo, las desventajas tempranas en materia de educación no solo constituyen el obstáculo principal para alcanzar la escolarización universal y hace cumplir el derecho a la educación de las niñas, luego también le restringe el acceso a la educación superior a la mujer y limita sus oportunidades de empleo.

Aunque todas las mujeres, en todas partes del mundo, pueden sufrir violencia de género, algunas mujeres y niñas son particularmente vulnerables, ejemplo de ellas son las niñas y las mujeres más mayores, las mujeres que se identifican como lesbianas, bisexuales, transgénero o intersex, las migrantes y refugiadas, las de pueblos indígenas o minorías étnicas, o mujeres y niñas que viven con el VIH y discapacidades, y aquellas en crisis humanitarias y guerras, utilizadas como objeto de humillación y venganza.

Este 25 de noviembre no puede quedarse en un día más, pensemos en todas las víctimas, las que lo están siendo, evitar las que puedan ser, y en especial las que lo han sido, las 972 mujeres que han perdido la vida de la manera más vil en España desde 2003 y 44 de ellas en lo que va de año.

Desde aquí pido todas las personas de bien que se impliquen, que recapaciten, y si detectan el más mínimo atisbo de violencia contra las mujeres de su entorno, las animen a denunciar o lo hagan ustedes, y que sientan todo el apoyo que tienen.

Soy consciente que este Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer no será el último, pero de lo que también estoy convencida, es que entre todos y todas podemos contribuir a que desaparezca como tal, esta conmemoración en un venidero 25 de noviembre.

Comentarios