Opinión

Alfonso Paredes, ese buen hombre

Está claro que solo los grandes pueden completar un ciclo de entrega personal y laboral, con una especial dosis de humanidad, entrega desinteresada y magnanimidad para con los demás, sea quien fuere, pero en especial con los menos favorecidos

ESTE PASADO martes 28 de agosto nos dejaba Alfonso Paredes Pardo.

Tras algún que otro artículo publicado haciendo referencia a su trayectoria profesional seguro que ya sabrán la mayoría de ustedes que fue un visionario en eso del turismo, en lo que hoy se ha convertido, en uno de de los sectores económicos y estratégicos más importantes para Galicia, pero en especial para la provincia de Pontevedra en donde ejerció como Director Provincial.

Porque en la mente de Alfonso Paredes ya existía la idea de nuestra provincia como punto de referencia; por un lado, como garante de unas espléndidas Rías Baixas, y por otro, como la piedra angular que representaría en el desarrollo del termalismo, tomando como punto de partida el pueblo que le vio nacer Mondariz-Balneario, de ahí y de la mano de Orense a Galicia, y desde ahí al mundo entero.

Y sobre estas y otras muchas consecuciones de Alfonso, hablaba yo antes de su funeral con el alcalde de la villa de las aguas por excelencia, José Antonio Rodríguez, que me contaba que había sido él quien le animó a hacerse cargo del consistorio y a poner en valor todo el potencial que existía en esa villa termal, “así fue como me convenció a principios de los años setenta y en 1983, ya era yo alcalde de Mondariz-Balneario”.

Alfonso que con el tiempo sería cronista oficial de su villa natal, en donde y con motivo de su 85 cumpleaños se le homenajeaba nada más y nada menos que con una calle, y muy merecedor de la Medalla de Plata Nacional de Ministerio de Turismo entre otras; desde los años 50 del pasado siglo XX imaginó, diseño, y edificó las bases de ese turismo de referencia que, que sin duda alguna ha influido en el tamaño de los ceros que componen los más de 5.000.000 de viajeros que recibió Galicia en 2017, y que al paso que vamos en este 2018, no hará sino alimentar la progresión de crecimiento exponencial que en estos últimos años hizo que Galicia se consolidase como destino, lo que él siempre había soñado. Y casualidades del albur, departamento que en la Xunta de Galicia dirige Nava castro, la hija de uno de sus buenos amigos, Pepe.

Me contaba también el alcalde José Antonio, que entre otras muchas anécdotas había que reconocerle su empeño para que el camping de las islas cíes fuese una realidad; y cuando nadie se imaginaba la universalidad de las conocidas por Ptolomeo como “islas de los dioses”, en la misma playa hoy conocida como una de las más bonitas del mundo, la de Rodas, Alfonso Paredes visualizó una apuesta turística. Y ahí es nada.

Pero eso no quedaría ahí, ya que nunca cejó en empeño e ilusión, y ya jubilado, seguía colaborando en diversos frentes con cuantiosas iniciativas del sector, como la de “Amigos da Cociña Galega” capitaneada por su inseparable amigo Pepe Solla, en donde a principios de los años 70 del pasado siglo XX, ya soñaban con la gastronomía como uno de los “platos fuertes” para la desestacionalización del turismo en nuestra tierra, y así la daban a conocer por España y por el Globo.

Conociendo a Alfonso, estría incompleto sin la materialización de la generosidad que le caracterizaba, y así, otra de las iniciativas que perviven a su persona, y que nos harán más fácil tenerlo presente, se añade otra no menos importante, la de ser socio fundador en Pontevedra de una institución social, que con el tiempo se afianzaría como una organización mundial de servicio con más de 46.000 clubes y 1,5 millones de miembros activos, distribuidos en 206 países y áreas geográficas, y llegar a ser nombrada como de carácter consultivo en el consejo económico y Social de Naciones Unidas, el club de Leones, en donde le acompañarían en ese paso inicial entre otros Manuel Quiroga Rajo, José Luis Rodríguez y cómo no Pepe González Solla; entidad que aun hoy día permite desde Pontevedra, el sustento mensual de cerca de más de 200 familias necesitadas, además de la atención de casos de urgente excepcionalidad.

Está claro que solo los grandes pueden completar un ciclo de entrega personal y laboral, con una especial dosis de humanidad, entrega desinteresada y magnanimidad para con los demás, sea quien fuere, pero en especial con los menos favorecidos.

Querido Alfonso, yo que soy creyente y te veo en el cielo, allí te envío las gracias por todo, por tanto y por tan bueno; además de ese proyecto de amor que creaste con Aurora, tu esposa, y que con Ruth, Raquel, Marga y Belén, se transformó en esa envidiable numerosa familia llena de nietos, completada por yernos y hermanos, a la que no me cabe la menor duda que agregabas a sus amigos y a los que más querías.

Este es mi humilde homenaje a tu persona, ya no como ex Delegada de Turismo en la provincia responsabilidad que compartimos, que también, si no por tu extraordinaria calidad humana que me permito dejar constancia para siempre, y que cuando hablemos de ti lo haremos recordándote como “Alfonso Paredes, ese buen hombre”.
 

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