Opinión

Cuestión de actitud

ESTE MIÉRCOLES pasado celebrábamos el día 8 de marzo, el día internacional de la mujer trabajadora, ahora simplificado al día Internacional de la Mujer. Muchas y obsoletas acepciones han impregnado desde siempre el mundo femenino, y no solo han sido protagonizadas por hombres, sino por algunas de nosotras que no se comportaron como tales. En vez de allanar el camino a las que vienen detrás y así honrar la herencia recibida, no sin sacrificio por las que nos precedieron, en casos, todavía muchos, los obstáculos siguen en el camino.

Con relación a esto último transcribo unas palabras del ex secretario general de Naciones Unidas en su intervención por el día Internacional de la Mujer Trabajadora en 2016: "Hemos roto tantos techos de cristal que hemos creado una alfombra de añicos. Ahora estamos barriendo las ideas preconcebidas y los prejuicios del pasado para que las mujeres puedan avanzar y cruzar nuevas fronteras". Quizá el señor Ban Ki-moon presa de esa diplomacia casposa que destila Naciones Unidas no pudo salirse del guión, pero le agradezco estas palabras porque no están sino ahítas de enjundia.

En primer lugar, claro que se han roto muchos techos de cristal; algunos de muy buena manera, otros de ellos a prisa y corriendo, y no olvidemos los que se vinieron encima de las valientes mujeres que pretendían traspasarlos llevándoselas por delante. En segundo lugar, esos trozos de cristal que se han quedado en el suelo conforman una alfombra que no ha dejado de cortar las pisadas de muchas de nosotras.

Lo cierto es que esas partículas aún siguen ahí, exánimes tras intentar ser barridas; y es a través de las que permanecen, en donde aún se atisban destellos de concepciones y actitudes obsoletas y dañinas, las cuales necesitan de una nueva y profunda limpieza para que desaparezcan.

Declaraciones de organismos gubernamentales nacionales e internacionales, así como los textos legales y entre ellos nuestra Constitución Española de 1978 propugnan igualdad, hasta ahí de acuerdo, pero la práctica es otra.

Les cuento lo que me pasó a mí en 1987 estando vigente nuestra Carta Magna, por ende su artículo 14 en donde dice que todos somos iguales ante la ley, pues les puedo asegurar que la que suscribe por ser mujer, no pudo entonces entrar en el cupo de opositores a las Fuerzas Armadas españolas. Una anécdota entre muchas.

Aunque no me quejo, yo pude votar con 18 años y manejar mis ahorros y mis sueldos, cosa que las que me antecedieron en el tiempo lo tuvieron difícil, en casos imposible. Pero yo soy positiva, y creo que en esto debemos estar todas las mujeres y las personas que nos apoyen a una, con una actitud unánime, contundente, decidida y por qué no, desafiante cuando corresponda, será la manera de seguir cambiando las cosas.

Es triste que en pleno siglo XXI siga existiendo brecha salarial y tasas de paro femeninas muy altas, aunque las cifras de Galicia son mejores que las españolas. Con relación a los datos de paro registrado, en febrero de 2017 hay 11.000 gallegas más activas en el mercado laboral que en el mismo mes de 2016; y aunque las mujeres gallegas hubiesen encontrado trabajo como media, más de una mujer a la hora, es una cifra muy importante pero no suficiente.

En lo que tiene que ver con la vergonzosa lacra de la violencia machista, en Galicia las denuncias sobre malos tratos han aumentado un 9% en este último año. Buena noticia, pero los números siguen siendo excesivos.

Quiero seguir aportando mi grano de arena a favor de una igualdad de todos, sin siglas y sin divisiones ya que es una cuestión de principios, de valores y de compromisos y no la habrá igualdad real mientras haya un solo caso de violencia machista.

La implicación de las Administraciones Públicas es fundamental, y deben comenzar ellas mismas por dar ejemplo entre sus trabajadores y trabajadoras, y teniendo encuentra que la brecha salarial no existe en el empleo público en Galicia que se conjuga mayoritariamente en femenino. He de confesar mi satisfacción y orgullo al enterarme del paso adelante que el gobierno de mi tierra va a dar en este mismo mes de marzo, siendo la primera comunidad autónoma en aprobar un decreto para regular la formación en materia de igualdad y violencia de género del personal de la Xunta.

En esa línea de acción yo apuesto por la igualdad en la educación y en valores, en la gestión de los trabajos y de los tiempos, en el empleo y en la innovación, en la participación y en el liderazgo y en la calidad de vida, así como por la sensibilización, la prevención y la integración. En definitiva por un feminismo inclusivo, sin ideologías, y sin etiquetas.

Como decía la antropóloga y bióloga Helen E. Fisher en su magnífica obra El primer sexo. Las capacidades innatas de las mujeres y cómo están cambiando el mundo, “si todas las mujeres nos uniésemos, el mundo conocería un poder tan grande como nunca antes habría existido”. Yo añado, si las mujeres y todas las personas que nos apoyan non uniésemos, cambiaríamos nuestro mundo, haciendo cambiar EL MUNDO. Yo abogo por ello, por un mundo mejor y más igual, y depende de algo tan posible como practicar un cambio. ¡Hagámoslo! Simplemente es cuestión de actitud.

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