Opinión

Der Adventskalender

ESTE LUNES pasado, cuando hacía la gran compra anual de calendarios de Adviento para repartir entre mis más pequeños y los no tanto (regalo muchos, ¡me encanta!), sentí "rosmar" a una señora qué al verme tan cargada, le dice a su amiga en esa tan típica actuación española de, "lo digo para que se entere, pero como si no se lo dijera… "¡hala, otra americanada!". Pues, ¡no, señora!

Quizá al igual que esta mujer muchos pensarán que este mes de noviembre, al que el refranero gallego se refiere como "¡Bendito mes que empeza con Santos e acaba con San Andrés!", es en el cual se hacen visibles muchas "novedades consumistas", pues no le quito parte de razón, aunque en este caso, no la tienen.

"Halloween", "Black Friday", "Cyber Monday", los descuentos en las grandes multinacionales textiles y de complementos con sus "Middle Season" (mitad de temporada)…, es cierto que nos están invadiendo; y de la misma manera que, cualquier día me veo inmersa en una gran campaña de marketing lanzada por una histórica cooperativa gallega de alimentación que, nos anima a celebrar el Thanksgiving Day o día de acción de Gracias con el pavo trinchado de protagonista. ¡Todo es posible!

Pero el caso del Calendario de Adviento es bien distinto. Les puedo asegurar, que no es un invento comercial, y menos una "americanada".

Sí es cierto que en España se conoce desde hace no muchos años, aunque yo tuve el primero siendo una niña, ya que mi tía abuela Maruja, entonces emigrante en Suiza, me lo regaló.

Y esa tradición en mi casa sigue hasta hoy. Mi madre me lo sigue comprando, y es esta una delicia que te hace volver a la infancia, en especial cuando cada día voy a su casa, abro la ventanita y me como el chocolate correspondiente. Segundos de felicidad que no se olvidan nunca, y que te traen miles de bonitos recuerdos.

Para los que no sepan de lo que estamos hablando, decirles que el Calendario de Adviento que podemos ver en los supermercados, tiendas de dulces y demás, es una cajita de cartón con 24 ventanas. Cada una de ellas tiene escondida una sorpresa de chocolate, (eso desde 1958, aunque hoy día hay variantes), que deberás ir comiendo cada día hasta llegar a la Nochebuena, ese es el último. Pero no solo es eso, es mucho más, y desde luego ni es una "americanada", ni un invento de unos grandes almacenes. El Calendario de Adviento o Der Adventskalender, tiene su origen en Alemania.

Hoy quiero compartir con ustedes esa curiosa historia que descubrí en mi primer viaje a Baviera, siendo adolescente.

A finales del siglo XIX, las familias cristianas alemanas rivalizaban en imaginación para cumplimentar el tiempo que antecede a la llegada de la Navidad. Unas hacían 24 muescas en una vela y dejaban que se consumiera una por día. Otras pedían a los niños que depositaran cada día en la cuna vacía del portal una brizna de paja…, y el día de Navidad depositaban sobre esa cuna al Niño Jesús. En otras casas se trazaban con tiza 24 líneas sobre el marco de una puerta, y cada día, los niños borraban una. Por citar algunos ejemplos.

Pero no sería hasta 1908 cuando el Adviento tiene su calendario, el Adventskalender. Entonces, el bávaro Georg Lang, hijo de un pastor protestante, tuvo la idea de crear el primero. Según cuenta la tradición, lo hizo siguiendo la inspiración de una idea que su madre había tenido con él siendo niño, en donde en un cartón rígido ella sujetó 24 galletitas en forma de cacahuete, llamadas Wibele, para que Georg disfrutase de una al día durante el Adviento hasta la Navidad.

Para ese primer Calendario de Adviento el señor Lang creó una lámina de cartón rígido con 24 pequeños cuadros, dentro de los cuales se podían pegar una especie de cromos. Una por cada día, igual que las galletas del calendario que había creado para él su madre.

Aquella primera selección de imágenes es posible que tuviese como inspiración las figuras piadosas que entonces mostraban los alemanes en sus casas por esas fechas, aunque la opinión más generalizada es la de las pequeñas estampas que, entonces se repartían entre los más pequeños en ese mismo tiempo de espera de la Navidad.

El calendario impreso comenzó a hacerse famoso por toda Alemania y Europa, pero no sería hasta 1930 cuando fue fabricado con ventanas en su imprenta "Reichhold & Lang" en Múnich. No obstante, para conocer su versión más dulce, los adeptos al Adventskalender debieron esperar hasta 1958, fecha en la que se incluyeron por primera vez las figuras de chocolate en cada una de las pestañas que tenían que ser abiertas cada uno de los 24 días.

Hoy es conocido en medio mundo, o casi en todo él, haciendo las delicias de los más pequeños de la casa que con ansia esperan el inicio de este tiempo de espera a la llegada de la Navidad, y me atrevo a decir que de los menos pequeños que tuvimos la suerte de vivirlo en la infancia, también.

Les confieso que a mi edad sigo disfrutando como una chiquilla cada día que abro una ventana de las 24, por eso se los regalo a los peques que más quiero; porque independientemente de la mayor o menor medida en la que espiritualmente celebren este tiempo de llegada, así como la misma Navidad en su casa, está claro que las cosas que vives en la infancia te marcan de por vida. Y si son bonitas, mejor.

En una sociedad consumista como la nuestra, sumida en la más obscena extravagancia, es deber de los que educan practicar gestos pequeños como este, ya que pueden llegar a tener gran trascendencia en la conformación de la persona, aunque nos parezca una nimiedad. Y esta es una sencilla y divertida tradición que puedes compartir con tus hijos, con tus nietos, con tus sobrinos, con tus amigos, etc., y ellos a su vez con los suyos.

Así que ya saben, lo primero es disfrutar en este tiempo de espera a la llegada de la Navidad, y si es posible, sin olvidar el niño o la niña que un día fuimos; y lo segundo, ¿por qué no?, si aún no lo han experimentado, anímense a disfrutar una afable experiencia como lo es, la de seguir esos 24 días a través de su Calendario de Adviento.

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