Opinión

¡Felices 18, alteza!

ESTE pasado mes de octubre, sin duda alguna, será uno de los imborrables en la memoria de Su Alteza Real la Princesa de Asturias Doña Leonor de Borbón Ortiz.

En primer lugar, por haber jurado bandera, lo que acontecía el pasado 7 de octubre en el patio de Armas de la Academia General del Ejército de Tierra, el primer paso en su formación militar como la primera mujer heredera al Trono de España, que ostentará el mando supremo de nuestras Fuerzas Armadas; y en donde hizo gala de una instrucción castrense "impecable" y a la altura de muy pocos. Con sólo 17 años y siendo el foco de atención de no pocos millones de personas, dio un ejemplo a toda la juventud de este país, absolutamente encomiable; la que yo resumiría en la siguiente afirmación: "Si alguien cree en lo que hace, se autodisciplina y asume la responsabilidad consiguiente… ¡Todo es posible!" En segundo lugar, su esperada intervención en los premios "Princesa de Asturias", este acontecimiento el pasado viernes 20 de octubre, el último siendo menor de edad. En donde y, de nuevo entusiasmó. Su presencia, actitud y la manera de intervenir en su alocución en tal foro, fue "de matrícula de honor".

En tercer lugar, y no por ello menos importante, el cumplimiento de su mayoría de edad, efeméride que lo cambia todo. Otra vez su saber estar y proceder, en su juramento de la Constitución Española de 1978, (nuestra Ley de Leyes y Norma Suprema que rige del ordenamiento jurídico español, a la que están sujetos todos los poderes públicos y toda la ciudadanía de España desde su entrada en vigor el 29 de diciembre de 1978), además del juramento y lealtad a Su Majestad el Rey Felipe VI, a la sazón su padre; fue "excelsa" Llegado este momento quiero incidir en una cuestión: Una persona pude ser monárquica o no serlo, pero si nos quitamos "el gorro" de nuestra ideología individual y aplicamos el sentido común, lo que se debería reconocer, es que el papel desempeñado por esta joven mujer en cada uno de estos tres momentos citados, y en base a la responsabilidad que sabe que tiene, no tiene "un, pero". Ahora muchos de ustedes se preguntarán, "por qué su 18 cumpleaños lo cambia todo"; pues sencillamente porque en su horizonte ya está el de poder reinar y ser Jefa del Estado español y mando supremo de las Fuerzas Armadas; cuando llegue el momento. En primer lugar, porque lo dicta la Constitución española de 1978 en su artículo 61, donde versa: "1. El Rey, al ser proclamado ante las Cortes Generales, prestará juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas. 2. El Príncipe heredero, al alcanzar la mayoría de edad, y el Regente o Regentes al hacerse cargo de sus funciones, prestarán el mismo juramento, así como el de fidelidad al Rey". Así, desde este pasado 31 de octubre y tras haber prestado dicho juramento, la Princesa de Asturias ya puede reinar sin la intervención de un o una regente, y podrá participar en actos internacionales a los que acudan las y los herederos a los tronos de otras monarquías en calidad de tal y, seguramente en no pocos acontecimientos en solitario, además de poder actuar en representación de su padre el Rey. Tendrá una agenda personal, con asistentes y preceptores propios.

En segundo lugar, porque tras el solemne juramento, se le ha reconocido dicha responsabilidad por parte del Gobierno de España a través de la concesión de la máxima condecoración civil española, el Collar de la Orden de Carlos III; la cual fue materializada a través de la imposición del mismo, de la mano del Gran Maestre de la Orden de Carlos III, su padre el Rey, exactamente igual que lo recibiera Don Felipe como heredero, por parte del entonces rey Juan Carlos I al cumplir la mayoría de edad en 1986.

Como curiosidad añadir que el Collar de la Orden de Carlos III, se concede a aquellos ciudadanos que hayan prestado "eminentes y extraordinarios servicios a la Nación", (citar como ejemplo el de Adolfo Suárez); aunque habitualmente son miembros de casas reales o jefes de Estado o de Gobierno. En su caso, Doña Leonor y a partir de ya, podrá lucir junto al Toisón de Oro (máxima distinción de la orden de caballería de la monarquía española que tiene su origen en Felipe III "el Bueno", Duque de Borgoña, quien la fundó en 1429), y lo portará en actos de solemnidad y del más alto protocolo, bien con el collar o, con la denominada "banda del collar", de la cual sólo existe una más, la que luce su abuela la Reina Honorífica Doña Sofía.

Pero es que hay más cuestiones importantes a destacar tras el cumplimiento de la mayoría de edad de Doña Leonor; la que, tras finalizar su formación militar, (a través de su estancia en las academias del Ejército de Tierra, la Armada Española y el Ejército del Aire y del Espacio), esta será completada en la Universidad, tal y como hizo su padre el Rey, en donde desarrollará un plan de estudios adaptado a su situación y responsabilidad que, seguramente tendrá como "columna vertebral" el Derecho, la Economía y Relaciones Internacionales. Materia, esta última que me aventuro a considerar como "objeto de especialización" en un Master.

A su recién estrenada mayoría de edad dejó clara su impronta a través varios gestos que quiero resaltar; como el su indumentaria de blanco, (el color de las reinas), pero lucido a través de un impecable traje de chaqueta pantalón que significa profesionalidad y cercanía; la complicidad con su padre el rey Felipe VI, su mejor ejemplo; y, un destacado compromiso con España, (como heredera de la institución que garantiza la unidad de todos los territorios y las personas que conformamos el estado español), convirtiéndose en un ejemplo a seguir por todos y, en especial, por la gente más joven de nuestro país.

Y para finalizar, más allá de las palabras, citas legales, descripciones de actos y momentos históricamente únicos; me bajo del protocolo que se le debe y le digo a ella, a ti, querida y admirada Leonor, que te auguro lo mejor, porque "confío en ti"; y te deseo la más grande de las felicidades en el cumplimiento de tantas cosas que te trae, el llegar a la mayoría de edad. ¡Felices 18, alteza!

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