Opinión

¡Felices 60!

No pude dejar de desternillarme cuando lo leí, y en estos momentos que lo recuerdo, tampoco puedo dejar de pensar en la imaginación sin límites que sigue manteniendo Francisco Ibáñez a sus 82 años
 

MUCHOS DE ustedes recordarán aquel quiosco que estaba en la Glorieta de Compostela (para que los más jóvenes se sitúen, es donde hoy está la popularmente conocida "Fuente de los Niños"), casi pegado al entonces bar Garba.

Muchos de ustedes también recordarán a aquel hombre bonachón que, aun teniendo una vida complicada físicamente a causa de la enfermedad, repartía alegría, a todos los que nos acercábamos a su quiosco, a comprar golosinas, cromos, y cómo no, mis semanales "mortadelos".

Y me acordé especialmente de esos comics con los que me obsequiaba mi padre al acompañarlo a ese quiosco, el de suso, todos los domingos, ya que ayer, 20 de enero además del patrón de Pontevedra San Sebastián, se conmemoraban los 60 años de la primera historia de Mortadelo y Filemón que aparecía como tal, en la entonces publicación de la época "Pulgarcito en su número 1394".

Era el 20 de enero de 1958 cuando estos dos desmañados detectives de la T.I.A veían la luz por primera vez, ahí es nada; y por lo que tengo entendido ni ganas tienen, ni piensan en la jubilación. Como anécdota les contaré que el 15 de noviembre del pasado 2017 cuando comenzó la conmemoración del año grande de este dúo de "calamidades" sin igual, en la edición de "El 60 aniversario" emprenden una misión bufonesca viajando esta vez a nada menos que, a Kolea d’Aliba para intentar que el mandatario Pxing Pxong haga las paces con el presidente de los Estados Juntitos, Mr. Trompf. No pude dejar de desternillarme cuando lo leí, y en estos momentos que lo recuerdo, tampoco puedo dejar de pensar en la imaginación sin límites que sigue manteniendo Francisco Ibáñez a sus 82 años, con esa lucidez mental, esa retranca, y esa manera tan peculiar de retratar la realidad de la sociedad española.

Cuando era pequeña, disfrutaba más con sus dibujos que con los diálogos, cosa lógica. Cuantas horas pasé imaginando los intríngulis que debían de ocurrir desde que pasaban de una viñeta a otra.

Aun hoy pienso muy a menudo en todos los personajes metidos en semejantes líos, Mortadelo, Filemón, el súper, el profesor Bacterio, Ofelia, y todos aquellos como Iñiguez cuyos apellidos, quizá por terminar el de su autor en z, remataban del mismo modo. No en pocas ocasiones peculiares de mi vida me ha venido a la cabeza la comparación de alguien real con una de las creaciones de Ibáñez, y me aventuro a decir que no soy la única, eso sí hasta aquí debo escribir al respecto; aunque en la misma línea, mención aparte le concedo a la Rúe del Percebe número 13, que visualizo cada vez que vez que recibo una carta para asistir a una reunión de vecinos en "esa mi comunidad"…, creo que deberé de informar a través de la T.I.A. al señor Ibáñez, seguro que sacaba un número especial.

Pero bromas aparte, puede que Francisco Ibáñez no sea el mejor dibujante de tebeos de la historia y también es posible que sus guiones no sean los más excepcionales, pero he de reconocer su genialidad como creador, cronista social, maestro de la risa e icono de la cultura popular.  

Puede ser que a simple vista no seamos conscientes del sustrato de las creaciones de Francisco Ibáñez, pero si somos capaces de dejar de reír un rato, y analizamos el fondo del contenido de cada uno de los globos, no dudaremos ni un segundo del talento singular que destilan, al tratar y retratar como nadie, cada instante de la España que le ha tocado vivir. Y hacerlo desde esa manera tan nuestra que, solo un español sería capaz de plasmarla en personajes y conversaciones que hilan cada una de sus sarcásticas y divertidas historietas.

Pero yo, cada vez que vuelvo a disfrutar de un "Mortadelo", (así le llamé yo desde siempre, y espero que Filemón no se enfade conmigo), sigo riéndome con los chistes, y me siguen pareciendo fascinantes (de hecho, cada día más) aquellas historietas que ya he leído decenas de veces, porque encuentro detalles nuevos que me hacen disfrutar más según voy cumpliendo años.

Espero no dejar de leerlos nunca, y poder asistir a su 100 cumpleaños; por el momento, señor Mortadelo y señor Filemón, y T.I.A, ¡felices 60!

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