Opinión

Gato negro

Puede ser el nombre de un conocidísimo bar de Santiago de Compostela, una asociación deportiva y cultural de Carril, una administración de loterías en el viejo Madrid, o un libro de terror de Edgar Alan Poe; y quizás podría hablar de ello, pero no lo haré, ya que he decidido en este artículo darles información sobre este cautivador animal. Este jueves 29 de octubre también celebrábamos el tercer Día Internacional del Gato, ya que estos curiosos y maravillosos seres, además de tener 7 vidas, resulta que tienen tres días internacionales, que incluyendo el ya citado, hay que añadir el más conocido, el 20 de febrero y el 8 de agosto. ¡Así son ellos de especiales!

Pero si hay uno que sobresale entre los demás, es el gato negro, uno de los protagonistas estos días en todas las tiendas de aderezos para Halloween, esa celebración que data de hace más de 2.500 años y que refiere al festival celta de Samhain o fin de verano; noche que los celtas, (y en nuestra historia más reciente los irlandeses), celebraban el último día de la temporada de la cosecha y daban la bienvenida así al año nuevo, coincidiendo con el solsticio de otoño. Y precisamente siendo los irlandeses en su emigración a EEUU los que la hacen cotidiana esta celebración; posteriormente son los norteamericanos, como siempre, los que aprovechan la coyuntura para lanzarla con su todopoderoso marketing a nivel mundial.

De todos es sabido que el gato negro acompaña siempre en historias, dibujos e imágenes a una bruja (calificativo peyorativo que comenzó en el Medievo para etiquetar a aquellas mujeres sin protección masculina, sabias, conocedoras de la medicina natural, y no pocas veces poseedoras de mucho patrimonio que quienes las condenaban ansiaban quedarse con él); y desde entonces se le consideró de mala suerte y de desgracias; convicción absurda que aún hoy lo que le convierte en una víctima de una sociedad que hace mal uso, de una también mala tradición.

La mirada penetrante de un gato negro causaba pavor en la sociedad tardo medieval, ya que las personas creían que de esta manera los hechizaba. Si alguien tenía en casa un animal de estas características era tildado de amante del diablo y realizador de conjuros mágicos. Por lo tanto, el gato y el dueño (especialmente la dueña) eran perseguidos y aniquilados (quemados en la hoguera para ser más precisos); y de las barbaridades que se han hecho y dicho como aquella bula del siglo XIII “todas las personas que acojan a un gato negro en su casa, corren el riesgo de ser condenadas a la hoguera por practicar brujería”. La iglesia de entonces, se sumó a esta persecución y en las noches de San Juan quemaban gatos a la vista de los fieles… ¡Terrible! Menos mal que yo vivo y en pleno siglo XXI…

Pero les he de confesar que en la ya pasada mayoría de edad del siglo en el que vivimos, que el gato negro sigue siendo víctima de no pocas supersticiones y sacrificios rituales, ceremonias macabras (sí, aunque les parezca increíble); y por ello la mayoría de las protectoras no permiten adopciones de estas preciosidades en estos meses de octubre y noviembre. Salvo casos de extrema confianza.

Pues les diré que el gato negro es un animal que encierra en sí mismo todo lo contrario. En ingles existe una frase popular que dice “black cat, good luck”, o lo que es lo mismo “gato negro buena suerte”; tal y como me dijo mi buen amigo angloirlandés Adrian McMannus cuando mi gata negra, Fredja llegó a mi casa hace ya más de 3 años, apuntó que era un símbolo de buena suerte y protección del hogar. Y sin ir más lejos, en la Inglaterra victoriana y en Escocia se decía que si los recién casados se encontraban un gato negro en la entrada de su nueva casa simbolizaba la prosperidad y felicidad en el matrimonio.

Otra curiosidad sobre estos felinos de oscuro y suave terciopelo, la protagonizaban los marineros, que hacían lo posible por tener un felino doméstico oscuro en los barcos, ya que consideraban que traía buena suerte; al tiempo que sus esposas llevaban uno a casa para asegurarse de que sus maridos regresarían sanos y salvos de altamar.

Pero si ha habido una época de esplendor del gato negro, esta ha sido en el Antiguo Egipto, en donde los gatos eran considerados enviados de los dioses, elevando al gato negro (en este caso una gata) como una de sus principales deidades, Bastet, la diosa guardiana del hogar y que representaba la fecundidad amorosa y los poderes beneficiosos del sol.

El tema de las razas es complicado con los gatos negros, pues es difícil identificar sus características; suelen ser casi siempre de raza común europea o Bombay. Pero sea cual sea su origen y condición, yo les aseguro que tener un gato es un tesoro, y una experiencia aún desconocida por muchos; pero tener a tu lado a un gato negro es un privilegio. Y se lo digo yo que he tenido varias de “distinto pelaje”, y que me han acompañado durante 19 años, caso de Rhuna, y en el de Lolita casi 23.

En nuestra ciudad la protectora Difusión Felina, que hace una labor única y extraordinaria, tiene muchas panteritas en adopción.

Así que les animo a todas aquellas personas que quieran dar un hogar a esos lindos animales que se recogen de las calles, se decidan por uno de ellos desterrando falacias, falsas y absurdas supersticiones malignas, porque tener como compañero de vida a un minino negro; en primer lugar, porque son los más difíciles de adoptar por las estúpidas creencias que les he contado; y porque fuera de todo sofisma, les confirmo que mi vida está más llena de energía, cariño y alegría desde que tengo a Fredja conmigo.

Les aseguro que una de las mejores decisiones que he tomado, ha sido traer a mi vida un gato negro.