Opinión

La España "cainí"

UNA VEZ que la selección española de fútbol abandonaba el mundial de Rusia tras en un triste paseo por el césped, en nuestro territorio otro partido nos tenía en vilo, el Partido Popular.

Para politólogos de formación como es mi caso, los procesos electorales internos de los partidos políticos como el que estamos viviendo, nos aportan infinidad de datos de toda índole susceptibles del análisis político durante y después de materializarse el proceso, aunque hay uno que es denominador común en todos ellos, la práctica del cainismo.

El pasado jueves, las huestes que conforman la infantería popular, daban el primer paso en la encomienda de aprobar al partido en la consecución de una persona que lo presida y lidere su singladura de nuevo hacia el Gobierno de españa. Las expectativas se cumplieron, tres eran los candidatos favoritos, y de ellos debían quedar dos para una segunda vuelta, mientras tanto se esperaba que ganase Sáenz de Santamaría y así fue.

No quiero imaginarme el papelón del líder que resulte del congreso popular si es aupado por una lista hecha de retales cuando mantenga el primer debate con Pedro Sánchez

Tan pronto se conocieron los datos del proceso electivo, Sáenz de Santamaría y Casado salieron a comparecer, y ya en esa primera intervención, es en donde la candidata más votada ofrecía al segundo en número de votos la posibilidad de una lista de integración. Casado manifestó que no estaba por la labor y que acudiría con la suya propia, cuestión que fue aprovechada por varios de los candidatos con menor apoyo que ya le ofrecían sus votos para ir todos contra una.

Y ahí empieza a ejercitarse lo que yo siempre he denominado la españa más “cainí”, práctica que por otra parte no es exclusiva de la política en nuestro país, y ahí han quedado para la Historia las citas de Churchill, Adenauer y Andreotti, cuando se refieren a las personas que acompañan a uno en la vida, “amigos, compañeros, adversarios, enemigos y compañeros de partido”, esas mañas que a mi no me gustan nada.

Es cierto que en todos pucheros cuecen habas, y especialmente en los partidos existen rencillas, e infidelidades personales, ya que el poder seduce, pero no olvidemos que es tan apetecible como frágil, y por ello y ante el momento que está viviendo el espectro ideológico que abandera el Partido Popular, lo que se necesita por encima de todo es unidad.

Muchas personas no son conscientes que “viviendo en una casa de cristal, lo menos conviene es tirarse piedras”, y así la máxima que han abanderado y proclamado hasta la saciedad desde el Partido Popular, (la hemeroteca está ahí), refiriéndose a dejar gobernar a la lista más votada, en este momento debieran de aplicársela. Porque no quiero imaginarme el papelón del líder que resulte del congreso popular si es aupado por una lista hecha de retales cuando mantenga el primer debate con Pedro Sánchez, el campeón de la confección de un gobierno Frankenstein.

Hace un par de días Núñez Feijóo, el líder de los populares gallegos aprovechaba una intervención en los medios para lanzar una propuesta con la cordura que le caracteriza, alegando a la posibilidad de arreglar las distintas posiciones antes y durante el congreso. Y yo soy de los que se queda con esas opciones, porque hacerlo después, marca una línea insalvable entre vencedores y vencidos y eso, en el fondo nunca sale bien.

Los afiliados y afiliadas, la gente de a pie, la infantería que se brega día a día sin esperar nada a cambio, y cuyas únicas armas son como la ilusión y la pertenencia al grupo, hablaron este pasado jueves y votaron mayoritariamente a un candidato, en este caso candidata, a Sáenz de Santamaría.

Si Casado, el segundo en número de votos se está planteando una integración que al principio descartaba, aunque está en el derecho de hacerlo con quien quiera, creo que de dar ese paso el primer acercamiento debería de ser con quien antes se lo brindó y con quien ha obtenido el mayor número de votos de la base, Soraya. Es mi humilde opinión.

En caso de pactar esa unificación, quienes la ejerzan no deberán de dejar de lado el sentido de estado que debe practicar una formación política del arraigo social y el apoyo de los españoles y españolas como lo es el Partido Popular, ahí es nada los casi 7.200.000 votantes que les han respaldado en las últimas elecciones Generales de junio de 2016, y en todo caso, tampoco obviar la preferencia de estos a la hora de votar al candidato o candidata a la presidencia del gobierno, las encuestas externas están ahí, y en este caso vuelve a tener más apoyo la señora Sáenz de Santamaría.

No obstante, no me cabe la menor duda que imperará la reflexión, la cordura, la responsabilidad, por lo que espero no ejerzan ese mal hábito de lo que yo llamo coloquialmente la españa “cainí”.

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