Opinión

Lo que nos hace libres

"Y CONOCERÉIS la verdad, y la verdad os hará libres", Juan 8:32. Es este uno de los preceptos que San Juan nos dejó escrito en su Evangelio, el mismo Juan que se representa con un águila que algunos confunden con un símbolo político en la bandera que representaba a España desde 1758 hasta 1981 (excluyendo los cinco años de la II República donde ondeaba la tricolor). Es este un aforismo repetido en innumerables ocasiones por escritores, poetas, políticos, intelectuales y estadistas a lo largo de la historia por el sustrato que encierra.

También aprovechando que es domingo de Resurrección, traigo la definición del concepto sin tintes religiosos para poder completar el sustrato que conforma este artículo de opinión. Así, resurrección, significa "renovación de algo que había disminuido su actividad o que había perdido actualidad", y es que a veces hay sensaciones y prácticas que parecen erradicadas en el mundo en el que vivimos, y nada más lejos de ello.

Los conceptos filosóficos de verdad y de libertad para el ser humano, alcanzan una de sus máximas materializaciones en los compendios que dan cuerpo y consistencia a los sistemas de derechos y garantías sobre los cuales se edifican los estados democráticos.

Pero a lo que vamos, las gentes de bien, las que estamos sufriendo desde hace años la amenaza del terror internacional, global, invisible a la vez que tangible, tenemos un sentimiento que nos une; y no es otro, en mi humilde opinión que asumir la verdad de la pertenencia de cada uno de nosotros a un todo. Veamos.

El mundo comenzó a experimentar una nueva manera de amenaza y violación a sus derechos y libertades después de los atentados del 11 de septiembre del 2001. Ese fue el punto de partida de una nueva manera de diseñar y practicar el terror.

La causa - efecto no se hizo esperar. La necesidad y el sentimiento de pertenencia a ese "todo", nunca hasta entonces habían calado de tal manera en el alma de la gente.

Eso se ha repetido a la vez, que desgraciadamente se sucedían atentados espeluznantes a lo ancho y largo del globo terráqueo.

El último y más cercano (para no mentar los desgraciadamente numerosos y no incurrir en la propaganda que los desgraciados del DAESH pretenden), el acontecido en Alemania en el partido de fútbol entre el Borussia de Dortmund y el Mónaco, atacando al autobús del equipo alemán, y en donde resultó herido un jugador español. Hasta ahora sin aclarar la reivindicación del mismo, pero con idéntico denominador común que en todos, el terror que nos ataca de la manera más vil.

En un deporte como el fútbol, en donde las grescas se suceden en la inmensa mayoría de sus encuentros, las aficiones dieron un ejemplo encomiable. El equipo visitante se solidarizaba con los alemanes coreando al unísono el nombre del Borussia, demostrado que todos eran uno. La respuesta no se hizo esperar por el equipo local, y acciones como el ofrecimiento de sus casas al haberse suspendido el partido y no tener los monegascos un hotel donde alojarse, pusieron de manifiesto el idéntico sentimiento de unidad.

El "todos a una", "todos perteneciendo a un mismo grupo amenazado", fue la mejor lección de fortaleza y realizad ofrecida a los sinvergüenzas y desalmados que perpetraron la barbarie.

Y fuese cometido por la recua terrorista que fuere, repetiré hasta la saciedad que los "lobos solitarios" no existen entre esta escoria, porque los lobos no son nadie fuera de la manada.

No es la primera vez que abogo por la bondad del ser humano, y precisamente es en situaciones como ésta cuando sale a relucir la verdad del sentimiento colectivo dejando atrás el más peligroso de los individualismos.

Aprendamos a gestionarlo, porque lo que desde un punto de vista jurídico de derechos y libertades de las que goza un pueblo libre, es una fortaleza, el tomar unas decisiones contundentes pada defendernos puede representar una debilidad a la hora de tomar decisiones firmes de ataque ante nuestra defensa.

Al final la verdad y la necesidad de la seguridad por protegernos, será lo que tengamos que ejercitar menos como individuos y más como grupo.

A fin de cuentas es lo que salvaguardará nuestra naturaleza sin interferencias impías, y lo que nos seguirá brindando la oportunidad de hacernos y sentirnos libres.

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