Opinión

Nos cortan la lengua

¿Se imaginan ustedes a Boris Johnson pactando con los nacionalistas escoceses o galeses renunciando al inglés como primera lengua en esos territorios del Reino Unido? ¡Yo no!

CONSTITUCIÓN Española de 1978 artículo 3.1: "El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. Este mismo artículo dicta en su punto 2: "Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos"; y en el punto 3: "La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección". Cito textualmente a nuestra Ley de Leyes para disponer de toda la información; y teniendo en cuenta lo escrito, "alto y claro", el castellano es la lengua oficial de España.

Un total de 580 millones de personas hablan castellano en el mundo, el 7,6% de la población mundial. De ellos, 483 millones (tres millones más que en 2018) son hispanohablantes nativos, lo que convierte al español en la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes. Además, lo estudian casi 22 millones de personas en 110 países; y todo ello posiciona al español como la tercera lengua más utilizada en internet, donde tiene un gran potencial de crecimiento.

Objetivos cumplidos gracias a un ente de trascendencia mundial, el Instituto Cervantes, que es la institución pública creada en 1991 por el 3º gobierno de Felipe González, para promover universalmente la enseñanza, el estudio y el uso del español y contribuir a la difusión de las culturas hispánicas en el exterior. En sus actividades atiende fundamentalmente al patrimonio lingüístico y cultural que es común a los países y pueblos de la comunidad hispanohablante. Está presente en 86 centros distribuidos en 45 países por los cinco continentes. Cuenta con dos sedes en España, la sede central de Madrid y la sede de Alcalá de Henares; y cuyo anuario publicado el 15 de octubre de 2019, nos dejaba datos como los descritos en el párrafo anterior.

Otra observación importante; el castellano es la tercera lengua en Internet, tras el inglés y el chino; y además está de moda en el mundo; eso es lo que me transmiten amigos diplomáticos que tengo en países de lo más granado. Pero en España vemos que ¡no!

¿Se imaginan ustedes a Boris Johnson pactando con los nacionalistas escoceses o galeses renunciando al inglés como primera lengua en esos territorios del Reino Unido? ¡Yo no!

Pero en este, nuestro maravilloso país que va camino de lo que profetizaba Alfonso Guerra en 1982, "a España no la va a conocer ni la madre que la parió"; hace unos días fuimos informados de un pacto entre PSOE, ERC y Podemos, en el cual eliminan el castellano como lengua vehicular en la enseñanza; es decir, aquella usada habitualmente por la comunidad educativa en sus relaciones cuando existen otras lenguas entre sus miembros; en dónde el ordenamiento jurídico español indica que la lengua vehicular es el castellano (Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. disposición adicional 38.1). Pero independientemente de lo que diga cualquier otra ley con rango inferior a la Constitución, debe hacer cumplir lo dispuesto en nuestra Carta Magna.

La Lomloe, es decir, la Ley Orgánica de Modificación de la LOE (Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, ya citada), también conocida como "ley Celaá", no incluirá el castellano como lengua vehicular en la enseñanza. Así se ha establecido este pasado jueves, tras aprobarse el texto de una enmienda transaccional acordada entre PSOE, Unidas Podemos y ERC en la Ponencia o grupo de trabajo de la Comisión de Educación del Congreso; que por cierto ha votado un diputado socialista de nuestra ciudad. Y quizá tras esta decisión, el PSOE, debería de suprimir la "E", para empezar.

Esto es un despropósito de magnitud ciclópea; y tras esta extraña y doliente noticia, este 5 de noviembre debería de ser recordado como el día en el que se pretende perder lo esencial de nuestra identidad española, esa que tanto costó forjar con los pueblos que se unieron en el andar de nuestra Historia; esa que nos hace únicos con nuestra "ñ", la n, pero con peineta española; esa en donde nuestro clavel dibuja al mirarlo a una rosa despeinada; esa que bajo el paraguas de nuestra lengua común, hace posible la cohabitación del castellano con nuestras otras lenguas; la misma que se enriquece por la multiculturalidad; la identidad única que nos coloca en el vagón de cabeza que une a la nada desdeñable cifra de 580.000.000 de personas en una misma comunidad de comunicación.

Yo apelo al buen juicio de los que no han votado a favor de esta barbaridad; y que eleven por los conductos reglamentarios y cuando sea menester a esta Ley al Tribunal Constitucional; porque ¡ya está bien! de saltarse nuestra Norma Suprema a la torera desde este "encubierto" ejecutivo bicéfalo que nos "¿gobierna?" desde Madrid; y que dejen de maquillar términos legales confundiendo a la población y de esta manera con estas incomprensibles prácticas, además de volvernos locos; es lo de practicar "divide y vencerás".

Y hablando de maneras de transmitir y relacionarnos con nuestra lengua, también esta semana nos encontramos con un nuevo plan para luchar contra la "desinformación" basado en la creación de una estructura a nivel interministerial que incluye, ¡ahí es nada!, al Centro Nacional de Inteligencia, y que otorga la coordinación de esta estrategia a Iván Redondo, secretario del Consejo de Seguridad Nacional y también director del gabinete del presidente Pedro Sánchez en La Moncloa. Algo así como el "Ministerio de la Verdad" que describía Orwell en su obra 1984, una novela política de ficción distópica, y que en sus páginas 11-12 describía en neolengua, con el nombre de Miniver.

No pocas veces me asombro de la similitud de conceptos que surgen en pleno siglo XXI, siendo escritos, como esta obra de Orwell entre 1947-1948; por no dejar de citar, "Metrópolis" la obra maestra de Fritz Lang en 1927, en donde en una megalópolis del siglo XXI los obreros viven en un gueto subterráneo donde se encuentra el corazón industrial con la prohibición de salir al mundo exterior; lo que me recuerda a este actual "toque de queda". De nuevo, la realidad supera a la ficción, pero esta vez tristemente; ya que entre unas cosas y otras, al final lo que ocurre, es que "nos cortan la lengua".

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