Opinión

Nunca volvió a ser igual

Ayer se cumplieron 20 años de un acontecimiento tan brutal que el mundo nunca volvió a ser el mismo. Era una mañana de martes, sobre las 08:46 en Nueva York (14:46 en España), un día soleado en el cual nadie se podría haber imaginado, ni en la peor de sus pesadillas, un fundido a negro en apenas 2 horas y media, cuando al final de aquel verano todo cambió. El golpe que recibió el hasta entonces imbatible Estados Unidos, con cuatro aviones que habían sido secuestrados por miembros de Al Qaeda para atentar contra varios edificios emblemáticos del poderío de la nación más importante del planeta; nos hizo sentir de verdad que nadie estaba a salvo.

Con cerca de 3.000 vidas sesgadas de cuajo y 25.000 personas heridas, el 11-S fue y es, el mayor ataque en suelo estadounidense y de la historia reciente; sus consecuencias aún se sienten, y aquel duelo que parecía estar superado, 20 años después, vuelve a la superficie de nuestra piel y de nuestra alma, acrecentado tras la reciente salida de EE.UU. de Afganistán, a toda incomprensible prisa, tras 20 años de guerra y ocupación.

Nos podemos haber olvidado de alguna cuestión importante en nuestras vidas, pero, estoy convencida que todos y cada uno de nosotros, no olvidaremos jamás dónde y con quién estábamos. En mi caso, me encontraba en el Club Financiero de La Coruña comiendo con dos amigos (uno tristemente nos dejó hace unos años); yo llevaba puesto un traje de chaqueta y pantalón rojo, un pañuelo a juego y una blusa blanca que, tras un grito sobrecogedor que provenía de la planta de abajo en dónde estaba la televisión, se manchó. "Ipso facto", todas y cada una de las personas que estábamos en el restaurante, sin decir ni "mu", nos levantamos de nuestras mesas y bajamos en tropel a la planta baja… Allí vimos es directo, el tremebundo impacto del segundo avión en la otra de las Torres Gemelas que quedaba en pie en el World Trade Center, en el corazón de la "Gran Manzana"… 

Recuerdo también las conversaciones que teníamos entre mis dos amigos y yo (uno de ellos ducho en "relaciones internacionales" por la magnitud de la empresa dónde trabajaba y, yo por mi formación académica universitaria.) Nos miramos y nuestra afirmación al unísono, "¿qué va a pasar ahora?, aunque, menos mal que no es George Bush padre el presidente en EE.UU en este momento, ni está Margaret Thatcher gobernando en UK… Porque esto sería tratado como un nuevo "Pearl Harbor", y ya empezaría la Tercera Guerra Mundial!" Pues cómo qué respiramos un poco de "falsa" tranquilidad, sin ser conscientes que esa "3ª Gran Guerra" tuvo ahí su inicio… De otra manera… Desconocida, en actos y tácticas… Y desgraciadamente, sigue desde entonces y hasta el momento.

Tras lo ocurrido, la regresar de nuevo a la mesa, viendo las caras de la gente que me rodeaba en aquel restaurante, me vino a la mente la canción Sounds of Silence (Sonidos del Silencio), aquel tema escrito el 19 de febrero de 1964 por Paul Simon, tras el asesinato de John F. Kennedy en noviembre del anterior año, como un intento de expresar el sentimiento popular tras el desafortunado suceso. Lo traigo a colación, porque efectivamente, el silencio tiene sus notas. Lo sé desde aquel día.

Se dice que el mayor dolor físico que experimentamos en nuestra vida es de tal magnitud que nuestro cerebro lo detesta. ¡Así es!; yo corroboro afirmación tal… Pero el que te llega al alma, no es tan fácil… Por ello, el que percibí ese día ahí sigue… Y ayer, volvió a emerger… Es cierto que nunca llegaré a acercar mi sentimiento mezcla de impotencia, terror, tristeza, incomprensión y, cabreo monumental en ese momento, al de las personas que perdieron a sus seres queridos, especialmente las que recibían mensajes de despedida través de sus teléfonos móviles… ¡Sin palabras!

Han pasado dos décadas desde entonces y aquí estamos, ni tan siquiera en retroceso al punto de partida, sino pasos atrás.

Quizá no seamos conscientes de la situación en la que estamos inmersos, porque; ¡gracias a Dios!, no nos sobrevuelan bombarderos, ni tenemos tanques a la puerta de casa, ni personas armadas en las calles. Pero es que esta es "otro tipo de guerra", y "la amenaza invisible" no cesa, así veinte años después, el mundo entero se sigue enfrentando a muchos problemas, quizá algunos más graves, pero, tal y como ayer escribía Luis de la Corte en su artículo, "la misma clase de extremismo violento que condujo al 11-S sigue figurando en la lista"; alusión análoga la que hacía en distintos medios de comunicación el padre de la única víctima española, Silvia San Pío, que manifestaba que, "tras 20 años, sea hecho poco contra este terrorismo"…

Está claro que la amenaza y el miedo persisten, pero los valientes no son los que no tienen miedo, sino los que saben cómo enfrentarse a él. Así pues, debemos de seguir con nuestra cotidianeidad en este mundo que nos ha tocado vivir, pero a sabiendas que, la amenaza invisible ahí sigue; y que desde aquel 11 de septiembre de 2001, cuando conocimos el miedo colectivo y sufrimos el peor ataque de la historia reciente, el mundo cambió para no volver a ser jamás el de antes.

Mi recuerdo más sincero a los miles de almas que se fueron "más allá de las nubes" aquel tremebundo día, a sus familias y a las víctimas que, aun conservando la vida, ésta, como la de cada uno de nosotros, Nunca volvió a ser igual…

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