Opinión

A dos pasos del infierno

COMO si de un final de película se tratase, ya se atisban las dos palabras "the end", esas que no pocos afganos disfrutaron en los cines que a partir de ahora serán de nuevo acondicionados como "lugares de oración" de los terroristas talibanes; esos dos términos que en castellano significan "el final", el mismo que dispone en un fundido a negro en la pantalla, dejando a millones de personas a dos pasos del infierno.

Ya de vuelta toda nuestra legación diplomática, nuestros hombres y mujeres que compusieron los efectivos de nuestras Fuerzas Armadas, Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y los más de 2000 afganos que colaboraron con España y sus familias (el 47% son mujeres y niñas), que han podido ser rescatados del horror; es momento de reflexión.

En primer lugar el poner en valor el extraordinario trabajo sobrehumano que desarrollaron todos y cada uno de los militares y miembros de los cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que formaron parte del contingente español. A todos los de aquí, pero con más agradecimiento a los que estaban allí, con una mención muy especial a los 102 que dejaron su vida por luchar por la democracia y la libertad. A todos ellos mi reconocimiento sin parangón; y a sus familias decirles, (aunque no exista consuelo), que ese sacrificio final ha servido para salvar muchas otras vidas, y para que muchos sueños se pudieran cumplir. No han caído en saco roto, y los españoles de bien les guardaremos siempre un sitio especial en nuestro corazón.

A la legación diplomática, con mención preferente al embajador Gabriel Ferrán (cesado desde el 5 de agosto y continuó allí para seguir salvando vidas), y a Paula Sánchez, su número dos por su esfuerzo y su trabajo.

Y a todas esas personas que componen el importante grupo de refugiados, darle la bienvenida a la libertad, que la aprovechen y que dejen fluir los genios que puedan salir de las familias que componen. Que a sus hijas las miren desde los ojos de una madre y un padre que les desean lo mejor en un mundo distinto al que ellos vivieron, y que no les corten las alas; y cuándo duden, que recuerden que volando, llegaron todos a un país en democracia y libertad.

Y cómo no, un recuerdo especial a todas aquellas personas que no han podido abandonar Afganistán; porque por mucho que hagamos desde fuera, los "analfabestias" y verdaderos "hacedores" del terror, los talibanes y su espeluznante régimen, no van a suavizar sus aterradoras maneras de "gobernar".

Para empezar, estando todavía la práctica totalidad del contingente internacional en Kabul, ya andaban haciendo de las suyas con las ya iniciadas "vendettas" casa por casa y lista en mano de antiguos colaboradores de la coalición internacional.

Y lo de las imágenes del secuestro y posterior asesinato del cómico afgano Nazar Mohammad, no sin antes engañarle y humillarle en un vídeo que circula por medio mundo; a mí sinceramente me partieron el corazón.

Siguiendo en esta línea, a las mujeres, y por ende, a las niñas les van a permitir la "libertad" sometidas a la ley islámica… A la que ellos se inventan, ¡claro está!, para prohibirles el acceso a la educación que en los años 20 del pasado siglo era universal en todo Afganistán… Para poder casarse con ellas a partir de los 12 años, para cuando les acompañen en coche meterlas en los maleteros (que es donde viajan las mujeres), para violarlas y acusarlas de adulterio y volver a tirarlas desde el trampolín de las piscinas públicas en Kabul, por ejemplo; o para considerarlas un simple trozo de carne para procrear más machotes talibane escondidas bajo un burka, con las consiguientes consecuencias físicas y psíquicas que ello conlleva. Porque el sexo es otra cosa, y para practicarlo ya tienen a los niños púberes a los que disfrazan de mujer…

No pocas veces me he preguntado si esta gente tiene madre y son conscientes que les han gestado dentro de ellas durante 9 meses…Si tienen hermanas con las que comparten genes y sangre ; incluso hijas que son un pedazo de ellos … Es qué es durísimo de digerir.

Y desde luego a los hombres que, en las ciudades comenzaban a usar vestimentas occidentales como los trajes de chaqueta y corbata, volverán a estar obligados al turbante y el atuendo que les marquen estos dementes. Y "ni pío", sino serán víctimas de ejecución pública en el destartalado edificio del Estadio Nacional, hasta entonces utilizado para hacer deporte, como el boxeo que practicaban no pocas niñas, y en donde los talibanes hacían sus ejecuciones públicas, y donde con gran probabilidad volverán a ejecutar.

No quiero banalizar sobre la situación que ya está viviendo el pueblo afgano con estas reflexiones que, de alguna manera puedan parecer superficiales; lo que pretendo es poner en valor cosas tan normales para nosotros como el leer, el ir al cine, el vestir como queramos, el practicar de porte y la educación; cuestiones cotidianas que, estas personas vivieron en estos últimos años, y que, a partir de ahora en vez de ser derechos serán prohibiciones.

Espero confundirme en muchos de los textos que he escrito estos días, pero sinceramente la cosa no pinta nada bien.

Y quién me iba a decir a mí que una de mis productoras de música favorita me iba a dar la idea del título de este artículo de opinión dominical, que me transporta a una mirada aterrorizada y acompañada de una imagen fundida a negro…

Porque así es como hemos dejado a esos millones de personas, a dos pasos del infierno.

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