Opinión

Pontevedra, el río Lérez y A Feira Franca

Existen teorías acuñadas por varios historiadores que encumbran a Galicia como, sino el primer reino europeo, sí uno de ellos y, para localizar tal afirmación, deberíamos retrotraernos en el tiempo al siglo V y a la caída del Imperio Romano, época en la que llega a Gallaecia el pueblo Suevo y mediante un Foedus con el emperador romano Honorio, posibilitan la constitución del reino suevo de Galicia, así Hermerico toma el título de Rey.

Sea como fuere realidad o no, lo que sí se puede constatar es que cinco siglos después García I sería el Rey de Galicia debido a la muerte de su padre en el año 1065, cumpliéndose el testamento del hasta entonces Rey Fernando I. De acuerdo con lo dispuesto en el documento de transmisión se concede a García I el Reino de Galicia, el territorio reconquistado de lo que ahora es parte de Portugal, (incluida la importante ciudad de Coímbra), además de las parias de las taifas musulmanas de Sevilla y Badajoz. Muerto sin descendencia, Galicia pasaría a manos de su hermano Alfonso VI de León, gobernó el Reino de Galicia hasta su muerte en 1109, siendo efectivamente el último Rey de Galicia, ya que el territorio fue reincorporado al Reino de León.

Unos cuantos años después en 1180, Fernando II dona El Burgo de Pontevedra a la iglesia compostelana que pasó a gestionar los recursos de la villa, incluida la pesca, delegando esta cuestión en los Vicarios de los Mareantes del arrabal de la Cofradía del Cuerpo Santo que agrupaba a los marineros de la Moureira, faenantes en las mareas y responsables de la prosperidad comercial de la villa motivada por la pesca de la sardina. A través de varios documentos reales y arzobispales la agrupación fue adquiriendo derechos y privilegios como la exclusividad para ejercer actividades pesqueras e incluso la exención de obligaciones civiles. Sus dominios se extendían desde Aguiño (Ribeira) hasta las Islas Astillas (Baiona), y en ellos imponía las artes y las embarcaciones que se empleaban en las rías y también se encargaban de la comercialización de sus lotes, previa salazón y envasado de la sardina, que pescaban con el arte del cerco. Los ingresos que le proporcionaban las actividades económicas le permitieron acometer importantes empresas, como la construcción de la Basílica de Santa María que fue a la vez templo y casa gremial, e importantes obras sociales como la asistencia sanitaria y espiritual a los enfermos de la Moureira y de San Roque (aún hoy día se sigue celebrando la procesión del Viático) y, de todo ello se encargaba el Gremio de Mareantes.

En el siglo XV era tal la importancia comercial y pesquera de Pontevedra que, en 1467 el Rey Enrique IV de Castilla concedió el privilegio a la entonces villa de Pontevedra el poder celebrar una Feria Franca; un cuarto de siglo antes del descubrimiento de América por Cristóbal Colón (quizá, pontevedrés) que partía del puerto de Palos de Moguer rumbo al nuevo mundo aquel 3 de agosto de 1492 y, lo hacía en una nao construida en los astilleros de A Moureira auspiciada, entre otras instituciones, por el Gremio de Mareantes.

De aquella inicial feira en la entonces villa más próspera y poblada de Galicia hasta hoy han transcurrido 555 años y, respetándose la tradición en fecha señalada desde el principio, cuya celebración debería de ser quince días antes y quince días después del 24 de agosto, festividad de San Bartolomé; lo que sí ha cambiado es su duración, ya que ahora en vez de un mes son dos días, el primer fin de semana de septiembre.

Los historiadores y, especialmente los cronistas locales no se ponen de acuerdo en las fechas en las que se dejó de celebrar por falta de documentos fidedignos; pero en nuestra historia reciente fue recuperada por un grupo de empresarios de la Zona Monumental de Pontevedra, de los que quiero destacar a los más cercanos a mí, como Beatriz la dueña de las entonces panaderías El Palacio, a Víctor Peso como uno de los organizadores de la Feira do Mel. Así todo comenzaba a tomar forma y se iniciaba en la plaza Méndez Núñez en 1996, en donde el ayuntamiento, entonces bajo la alcaldía de Juan Luis Pedrosa, ayudaba en el inicio de esta nueva etapa. Bien lo sé, porque yo formé parte de aquel contingente de voluntarios de Protección Civil que velábamos para que todo sucediese de forma correcta.

Desde entonces y hasta ahora, A Feira Franca creció exponencialmente bajo todos los gobiernos municipales del BNG-PSO E, y es mi deber como pontevedresa reconocerlo y ponerlo en valor, así como la declaración de Fiesta de interés turístico de Galicia, cuestiones que agradezco y mucho, así como la implicación y participación de toda la ciudadanía de Pontevedra que esos días sale a la calle a disfrutar con su familia y amigos.

Había mucha gana de feira y no sin razón, ya que, tras dos años de restricciones había necesidad de fiesta y, en término coloquial, Pontevedra ayer sábado estaba petada.

Este festejo mejora año a año pero, si el tema elegido para este año era O Lérez, eché en falta más actividad a la orilla del río, y eché en falta el reconocimiento a la institución que dio más brillo a Pontevedra que la plata de las escamas de las sardinas que pescaban, me refiero al Gremio de Mareantes; porque fue, es, sigue y seguirá siendo el eslabón más importante que dio sentido al esplendor de aquella Pontevedra, aunando ciudad, río y privilegio, o lo que es lo mismo, Pontevedra, el río Lérez y A Feira Franca.

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