Opinión

¡Qué sería de nosotros sin ellos!

HOY TENDRÍA muchos temas sobre los que opinar; por ejemplo sobre esa 'Pasión por Europa' que escenificaron el Gobierno de España en pleno ovacionando 'sin igual' al Presidente Sánchez a la llegada de las reuniones maratonianas en Bruselas en dónde se nos concedió a España la nada desdeñable cantidad de 140.000 millones de euros (lo que hay que hacer ahora es gestionarlos de la mejor de las maneras pensando en el crecimiento económico); o hablar de la descabellada decisión de traer al Fuenlabrada C.F. a Galicia (el fútbol no puede seguir estando en posición de privilegio ni impune ante comportamientos como éste); o a la extraña celebración ayer mismo del patrón de España y Galicia, Santiago Apóstol, con las debidas y necesarias medidas de seguridad.

Siendo estos tres temas de gran importancia, para mí tal día como hoy hay uno que está por encima de todos ellos, nuestros mayores; y considero que hay que poner en valor el rol que representan como pilar fundamental en la familia y en la sociedad actual; al tiempo que agradecerle su ayuda, y corresponderles como merecen.

Las distintas administraciones públicas dedican a nuestros mayores políticas públicas específicas para ellos con el objeto de proveerles de espacios sociales especialmente destinados a ellos, actividades orientadas a seguir trabajando su bienestar físico y cognitivo hasta darles la oportunidad de reinventarse en su época (más que merecida) de descanso jubilar, invitándoles a conocer lo nuevo que se les ofrece como la posibilidad de conocer nuevas tecnologías, músicas, tendencias urbanas, etc.; siendo en este sentido estimulante ya que los desafía a actualizarse y reinventarse, y de este modo no quedarse apegados al pasado, sino que aprender a comunicarse y así nutrirse en un 'feedback' (o retroalimentación) con sus hijos, y en especial con la segunda generación, con sus nietos. Les debemos mucho más de lo que nos imaginamos, y ya no es un punto de vista como sociólogo, lo escribo y manifiesto desde el punto de vista más importante, el humano.

Al hilo de lo expuesto y ya en esta 'nueva normalidad' (término que no me gusta nada) tenemos dos noticias que explorar al referirnos a ellos durante los peores momentos de la pandemia.

La buena tiene que ver con su capacidad de resistencia y responsabilidad durante el confinamiento, sabiendo que no podían pisar la calle debido al alto nivel de contagio del virus COVID-19; y dentro de esa tenacidad, el haberse reinventado (no pocos de ellos), y aprender a usar las nuevas tecnologías para comunicarse con los que más querían.

Desde aquí apelo a la responsabilidad de todos, especialmente los más jóvenes que parece que no sienten ni padecen el horror vivido, y que campan a sus anchas incumpliendo distancias de seguridad, el uso de mascarillas etc.; tenéis que pensar que al volver a casa están vuestros mayores y que podéis contagiar

Por otro lado la desconsolada noticia que nos dejó el peor de los momentos de la pandemia, en donde miles de 'abuelos y abuelas' se fueron 'a la habitación de al lado' que diría San Agustín de Hipona; por ser el grupo mayoritario de riesgo; pero lo que más duele es que la práctica totalidad se fue en mayor de las soledades…

Pues pensemos en ellos; y desde aquí apelo a la responsabilidad de todos, especialmente los más jóvenes que parece que no sienten ni padecen el horror vivido, y que campan a sus anchas incumpliendo distancias de seguridad, el uso de mascarillas etc.; tenéis que pensar que al volver a casa están vuestros mayores y que podéis contagiar.

Tampoco debemos olvidar que estas maravillosas y únicas personas se mueven en un plano especial donde pueden aconsejar, traspasar valores y tradiciones, ser escuchados y a la par que son los mejores aliados y el pilar fundamental de apoyo para sus hijos en el cuidado de los nietos y en las labores del hogar. Recordemos la crisis económica de 2008, en donde y no en pocas familias sus pensiones (que espero no se toquen 'ni un Euro', porque hay de donde sacar y en dónde eliminar), han sido el sustento de la familia.

Nuestros mayores, Los abuelos son una institución que respetar, su experiencia un tesoro que cuidar, y su impronta un legado a transmitir y a recordar.

Por ello he querido dedicarle a todas las abuelas y abuelos este artículo de opinión dominical, porque hoy 26 de julio es su día, el 'Día de los Abuelos', así que muchas felicidades a todas y todos, porque tal y como titulo este artículo de opinión, nada sería igual sin vosotros; y los que ya no os tenemos entre nosotros, (y aquí hablo en primera persona aunque seguro que somos millones los que pensamos lo mismo), ¡cuánto os echamos de menos!

Y muchos se estarán preguntando, ¿por qué hoy se celebra esta festividad?, pues en algunos los países de tradición cristiana se debe a la festividad de Santa Ana y San Joaquín (vayan mis felicitaciones a todos los que celebran su onomástica), padres de la Virgen María, y a la sazón, abuelos de Jesús.

Hoy se celebra esta fiesta en Argentina (donde es la festividad de la abuela), Brasil, Cuba, España, Honduras, Nicaragua, Panamá, Portugal y Venezuela. En otros países lo adaptan a su cultura, y en general muchos de ellos se ciñen al 1 de octubre por ser la efeméride marcada por la ONU que promueve la celebración a nivel internacional de una jornada que recuerda a las personas mayores en general: el Día Internacional de las Personas de Edad.

Por todo esto y mucho más, os merecéis un día especial para vosotros, ¡muchas felicidades a todos los abuelos y abuelas, especialmente en este día! y como curiosidad para todos los vecinos de Pontevedra deciros en la iglesia parroquial de Santiago Peregrino de El Burgo está expuesta una de las pocas o la única imagen que yo recuerdo de Santa Ana y San Joaquín con la Virgen Niña. Os animo a que os acerquéis a verla porque es deliciosamente entrañable.

Aquí despido este artículo dominical destinado a esos árboles que nos acogen como hojas en sus ramas; a esos ángeles sin alas que tanto sacrificio han tenido que soportar para que sus nietos seamos lo que hoy somos. A esa fuente de amor eterno y multiplicable, que son los abuelos. ¡Qué sería de nosotros sin ellos!

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