Opinión

Tic, tac, tic, tac,...

Hoy es fin de año, vaya por delante mis mejores deseos para todos ustedes en este próximo 2018 que inauguramos esta noche.

Experimentamos un día de balance, de todo lo que hemos vivido estos 365 días que ya están pasando a la historia de nuestras vidas; pero es también un día de ilusión, de alegría, de sueños y de esperanza, porque abrimos un nuevo libro en blanco con, otros tantos días de un año que debemos de protagonizar en esas páginas que aun tenemos que escribir.

Yo soy de las que opinan que nunca hay que dar un paso atrás, ni para coger impulso. Los pasos deben ser siempre hacia adelante, con contundencia y decisión, ya que, aunque tengamos más de un traspiés, (eso es la vida), quiere decir que seguimos aquí, y de todo se aprende, ¡siempre!..

Las reflexiones del año que estamos finiquitando deben ser los pilares sobre los cuales, hemos de edificar los propósitos del año nuevo como cavilación del plan de vida que nos espera protagonizar.

Desde el punto de vista de la numerología que, ustedes saben que es una de mis debilidades a la hora de trabajarla, 2018 suma 2+0+1+8= 11, es decir 1+1= 2, ese número significa la representación numérica del equilibrio.

El número 2 esconde todo un mundo de simbología que ha marcado las creencias de muchas culturas, leyendas y teorías. Se trata del número que representa la simetría de los cuerpos, compuestos muchos de sus órganos por dos elementos: dos ojos, dos pulmones, dos riñones, dos pies, dos brazos, dos manos, dos piernas… De ahí que sea, al menos tan curioso como importante conocer significado del número 2.

Además, juega un papel fundamental en el teorema del matemático Fermat, por coincidir con el valor de su constante; y ha sido, a su vez, un punto de atención para miles de científicos y filósofos al tratarse del único número primo par.

Su piedra de toque es la cooperación. Pues reflexionemos sobre ello.

Quizá mi "deformación" profesional como sociólogo me lleva a pensar siempre en la colectividad ante la individualidad, (que también es importante, porque uno forma parte de un todo), y la cooperación adquiere un significado tal que, sin poder cambiar el mundo, haciendo lo propio cada uno de nosotros en el nuestro, lo cambiamos, ¡seguro! Pero entonces, hay que hacerlo bien.

Por todo ello, mi humilde opinión que, hoy comparto con ustedes, debe de ir pareja al "tic, tac, tic, tac" del mismo reloj que cada uno elija para tomarse las uvas que, aun siendo un precioso invento de algunos allá por el final del siglo XIX o principios del XX (según diversas teorías, ya lo he contado yo en otro artículo), sigue siendo una correa de transmisión de ilusiones y esperanzas para este año que en unas horas vamos a inaugurar.

Estamos a punto de abandonar 2017 que, representa el 1, es decir, entre otras cosas, la independencia (¿problemas como el de Cataluña?), el sentido del yo, la autosuficiencia, la naturaleza individualista y agresiva…. Pues tranquilos porque este año está tocando su fin.

Para este 2018 todos tenemos mucho que decir, y mi sentir es que, los propósitos para que se materialicen y espiritualicen los mejores augurios, han de ser colectivos.

Decía Maquiavelo, entre muchas otras cosas que, si no estás seguro de poder llegar al blanco, levanta tu arco y apunta más lejos con tu flecha, mientras tensas más fuerte ese arco; es decir, que sólo llevando nuestra vista más allá de nuestros límites, podremos hacerlos retroceder. Esa es la manera de avanzar.

Por lo tanto, nada de propuestas individuales, tan lejos del centro de la diana de la consciencia. Si los deseos son tenidos en cuenta, sería rácano pedir solamente para uno mismo. Desterremos el mendigar migajas para lo más cercano que, somos nosotros, porque es mucho más gratificante ir más allá.

Yo les propongo algunos propósitos para 2018. Les cuento.

No sintamos miedo de sentirnos a solas con nosotros mismos. Aceptemos ser nuestro mejor invitado y nuestro mejor anfitrión. La fuerza solo se prueba bajo momentos de tensión, y antes de salir el Sol, la noche alcanza su punto más oscuro. Así estaremos preparados para algo precioso, ¡compartir!

Jamás tendremos otra cosa de lo que ya tenemos. Hay que salir de nuestra zona de confort, eso nos hará posible algo tan maravilloso como, ¡participar!

Hagamos descansar a la vista, desarrollemos el oído. Escuchémonos, escuchemos. Todo se revela solo. Nada que hacer, todo por recibir, ¡interactuemos!

Desechemos lo que sobra que, no es poco. Si sabemos cuál es nuestro sitio, ¡ayudemos!

Aceptemos que, no nos hace falta otro pasaporte para navegar durante todo este año nuevo más que, ser nosotros mismos, y darnos a conocer a los demás. Será toda una experiencia.

En definitiva, seamos nosotros mismos con los que más queremos, y con los que nos quedan por descubrir, compartiendo, la aventura del nuevo año será enriquecedora.

Esta noche, y mientras el reloj marca las 00:00 horas del 31 de diciembre para entrar en el 1 de enero de 2018, además de comer las uvas, tomemos en cuenta estas reflexiones. Yo de nuevo, les deseo lo mejor.

Tic, tac, tic, tac,…

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