Opinión

¡Tiempo de reflexiones!

ESTAMOS “a piques” (una expresión del idioma gallego que me encanta) de finalizar este 2019, al tiempo que llega una época que nos invita a reflexionar a través de un “viaje” a por todos estos pasados 365 días de este último año, el cual nos invita a inaugurar una nueva década; la segunda de este siglo XXI. Y como soy de las que estoy convencida (y no por ningún advenimiento imaginario) que este 2020 va a ser un año muy bueno; así lo deseo para todos y cada uno de ustedes y los que más quieren. 

Bien es cierto, que desde el punto de vista político y gubernamental, el panorama no es el que, a día de hoy esperábamos; pero lo más importante es la vida diaria de las personas; y ahora toca hacer esa pausa para recordar sobre todo aquello previsto o no previsto, a lo que se ha hecho frente durante este año que finaliza, ya que son estas las situaciones que realmente nos ponen a prueba y dan verdadero sentido a nuestra vida personal, y ello es lo que realmente nos pertenece y lo que sí nosotros mismos podemos gobernar. 

Yo no estoy muy de acuerdo en eso de “para atrás, ni para coger impulso”; porque los aciertos nos dan la seguridad para vencer las vicisitudes, que de esa manera nos hacen más fuertes. Y precisamente por ello estoy convencida que hacer reflexiones sobre lo que hemos vivido, hacen al ser humano más sabio. 

Estos últimos días del año, yo personalmente hago balance de lo bueno y malo (como cantaba Mecano en su ya mítica canción “Un año más” que se canturrea a modo de himno cada 31 de diciembre), con el objetivo puesto en los doce meses que tenemos por delante y que inauguramos cada 1 de enero. 

Y precisamente porque el ser humano está en continuo aprendizaje, además de mi vida propia, este año especialmente voy a tomar como ejemplo de meditación, las vidas vida de unas cuantas personas, que casualidades (o ¿causalidades?) de la vida, han compartido libros en los cuales sus biografías llegaban al gran público este estos días pasados. Les cuento.

El viernes, tuve la oportunidad de presentar la segunda edición de mi libro “Pontevedra es Ellas”; un compendio de 22 extraordinarias mujeres de Pontevedra, que de una manera más o menos anónima, ayudaron a construir nuestra ciudad tal y como la conocemos hoy, con tesón, trabajo duro, y no poco sacrificio en la época que les tocó vivir. ELLAS son un ejemplo visible de los miles de mujeres que hicieron lo mismo, conjugando actividad laboral con el cuidado de su familia, prácticamente en solitario (entonces el papel del hombre en la corresponsabilidad “brillaba por su ausencia”); y debido a incomprensibles  costumbres sociales, aun siendo ellas las propietarias de sus negocios debían solicitar permiso y firma a sus maridos para,  por ejemplo, hacer transacciones comerciales y bancarias. 

Por ello, mi homenaje sincero y sentido a todas las que están en el libro, y a las que no lo están y deberían; pero la elección de cada una de ellas fue por crecer juntas, ya que todas ELLAS tienen algo que ver conmigo, marcando de forma especial mi vida desde mi niñez hasta la adolescencia; y como me han dicho las numerosas personas que han leído este libro, a ellas también las retrotrae a esos años de su vida. 

Pues habrá otros, porque ahora toca la época desde la adolescencia a la madurez; y gracias al apoyo de muchos de ustedes seguiré poniendo en valor más biografías; porque echando la vista atrás hacia aquellos años en los que me encontré con ELLAS, su huella en mí la entiendo mejor ahora que antes, y me han hecho aprender y mejorar como persona. Y para las y los que aún no lo tenéis, os doy un avance… Una de ELLAS, de esas 22, es la que me acompaño el viernes comentando el libro y anécdotas sobre mí (que me sacaron los colores retrotrayéndome a mi época de alumna en el “Sánchez Cantón”…  En dónde yo era un buen trasto, pero mis notas buenísimas, todo hay que decirlo); ya que me conoce muy bien, y fue la profesora que me enseñó a pensar. Sin duda muchos la conocéis y habéis pasado por sus aulas, ELLA es la profesora de Historia Margariña Valderrama. 

Y añado la felicidad que me produjo el estar acompañada por el GRANdE Álex Vázquez-Palacios, y una sorpresa entre el numeroso público de Quique Domínguez que preside una de las fotografías des libro; y que sin duda es, el “alma mater” de la agrupación “CELME”, y al que tanto le debe Pontevedra. 

El sábado me fui a otra presentación, la del III Libro de “Crónicas de Pontevedra”, de mi admirada y amiga Milagros Bará Viñas, la que sin duda, es ya la “primera cronista femenina” de la ciudad de Pontevedra. Y no fue ninguna inocentada, al contrario, una realidad en la que fue un gusto escucharla; y como siempre, una maravilla leerla, ya que con ella aprendo cosas nuevas sobre extraordinarios personajes y acontecimientos de nuestra querida Pontevedra, en donde yo descubrí la historia de las personas que dan nombre a dos calles en las que viví. Y hasta aquí puedo escribir, porque no quiero hacer un “spoiler”, (anuncio de contenido o “destripe”), del libro. Hay que leerlo. 

Pues con eso me quedo; y abogo por reconocer y aprender del sacrificio y del ejemplo de los que nos antecedieron en la vida. Lo que les decía ya antes en los primeros párrafos de este artículo de domingo, ya que no me importa mirar hacia atrás si siempre es para mejorar. Sinceramente es lo que suelo hacer de forma especial en estos últimos días de cada año; y les confieso que no me va del todo mal. 

Pero esta vez tengo a mayores el ejemplo de 22 espejos en el que mirarme, además de alguno de los descritos de las 40 crónicas que nos dio a conocer Mila Bará en su tercera entrega. ¡Casi nada! Finalizo como empecé, deseándole lo mejor a todos y cada uno de ustedes en este 2020 que vamos a inaugurar en breve, y lo hago en días que son TIEMPO dE REFLEXIONES.

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