Opinión

¡Un valor incalculable!

Hace un año todo era mucho más duro, porque ni tan siquiera podíamos salir de nuestras casas, y el consuelo para los que vivimos esta Semana Grande del Cristianismo con devoción, nos tuvimos que conformar con las celebraciones testimoniales y casi sin participación, a través de las cadenas de televisión que transmitían misas y repetían las procesiones del año 2019

D e nuevo una Semana Santa absolutamente distinta en España desde los inicios de las procesiones, fruto de la creación de las primeras Hermandades y Cofradías entre los siglos XIII y XV. Sinceramente no conozco a una colectividad de generosidad tal, de dedicación incansable durante todo un año que ofrezca además no pocas veces mucho dinero de su bolsillo, para mostrar su culto y devoción; personificando en el cofrade lo dicho hasta el momento y lo que comentaré a lo largo de este artículo de opinión dominical, porque sin cada una de esas mujeres y de esos hombres, no estaríamos viviendo esta Semana Santa de 2021.

Hace un año todo era mucho más duro, porque ni tan siquiera podíamos salir de nuestras casas, y el consuelo para los que vivimos esta Semana Grande del Cristianismo con devoción, nos tuvimos que conformar con las celebraciones testimoniales y casi sin participación, a través de las cadenas de televisión que transmitían misas y repetían las procesiones del año 2019.

Pero si estoy orgullosa de la figura del cofrade en general, en especial lo estoy de los míos, los más cercanos, los de la Cofradía del Espíritu Santo y la de Nuestra Señora del Amor Hermoso (de las cuales tengo la honra, la alegría y la responsabilidad de ser cofrade de honor), la de Nuestro Padre Jesús con la Cruz a Cuestas, la de La Veracruz y Misericordia, la de Nuestro Padre Jesús del Silencio, la de Nuestra Madre del Mayor Dolor (la única formada exclusivamente por mujeres) y la de O Corpo Santo ( la más antigua en la ciudad), cuyas personas que integran todas ellas, son el verdadero “alma mater” de la Semana Santa de Pontevedra. 

Todas y cada una de las personas que integran las Cofradías pontevedresas a lo largo de los siglos, se han enfrentado a situaciones de gran dificultad por muchas razones: epidemias como la que estamos “malviviendo”, prohibiciones por parte de las autoridades, penurias económicas etc. Pero en todos y cada uno de esos momentos, como en este, el fervor religioso que profesan ha sido, es y seguirá siendo siempre su fortaleza; la que les alimenta para no caer en la desesperanza para seguir ejercitando día tras día sus cometidos.

Esa herencia recibida que mejoran año a año con tesón, generosidad y entrega inconmensurables, ha hecho posible que las imágenes que usualmente procesionan fuesen expuestas en los templos a los que están adscritas cada una de las cofradías: preparadas y engalanadas con un sentimiento que se palpaba al entrar en cada iglesia. Al menos este 2021 hemos podido visitarlas y venerarlas.

Poder haber vivido una Semana Santa distinta a la vez que participativa, no se circunscribió sólo a esta actividad de las cofradías de esta Boa Vila en las iglesias, ya que la interacción a través de Redes Sociales y grupos de WhatsApp, avisando de cada actuación, han sido más que acertadas para mantener y aumentar su acción caritativa y social y para sostener la piedad y la vida espiritual en una Cuaresma diferente, por una Semana Santa distinta, que hoy Domingo de Pascua de Resurrección del Señor, el DÍA GRANDE para los creyentes practicantes como yo; y así lo manifiesto porque a veces da la sensación que soy una proscrita o que ello está demodé; pues no es así, yo practico mi credo dentro de la libertad que me confiere vivir en un estado democrático, y amparada en la tradición y en la legalidad que me confiere el artículo 16.1 de la Constitución Española de 1978; que a veces se le olvida a más de uno o una.

Toda esta semana seguí la diversidad de propuestas que miembros de las distintas cofradías pontevedresas exponían a través de las Redes Sociales; solicitando colaboración municipal, como por ejemplo la del montaje de una gran carpa en la Plaza de España en dónde podrían haber estado expuestas todas las imágenes, como se ha hecho en varias ciudades españolas, como por ejemplo en Ferrol que se han levantado en dos de las grandes plazas de la ciudad, como la de Amboage y Capitanía.

Sinceramente, y ya no sólo como creyente sino como pontevedresa, solicito un mayor apoyo desde el gobierno municipal a la Semana Santa de Pontevedra.

Por un lado debido al aspecto religioso, ya que son miles de pontevedreses implicados en su organización (entre cofrades y colaboradores). Por otro me refiero a los aspectos económico, artístico y cultural, ya que entre todos podremos hacer una Semana Santa más atractiva y conocida, cuya respuesta será una recepción de un número mayor de turistas y visitantes, que encontrarán sin duda atractivos para quedarse más de un día en la ciudad. Lo que ayudaría a la recuperación económica de dos sectores motores de Pontevedra como el comercio y la hostelería. De nuevo amparándonos en lo dispuesto en ese mismo artículo 16 de la Constitución Española, en dónde se indica explícitamente que España es un estado aconfesional, no laico. Por ello y si aún existiera algún resquemor absurdo en pleno siglo XXI, invito a los máximos responsables del consistorio pontevedrés a pensar en la economía, el turismo y la tradición de sus gentes, como por ejemplo ocurre en Ferrol, como en cientos de ayuntamientos de España.

Pero yo iría más allá de la carpa, me lanzaría con itinerarios turístico-artísticos de visitas a cada uno de los templos en los cuales están expuestas las imágenes que procesionan cada día (esa exhibición ya ocurría en tiempos de circunstancial normalidad), a la organización de actividades alternativas, y ¿por qué no?, a la creación de un museo municipal de arte sacro pontevedrés en donde puedan estar expuestas las imágenes y tronos que el resto del año no puedan ser exhibidas; lo que a su vez no se circunscribiría sólo a las de Semana Santa, y en dónde se pueda incluir una explicación histórica de cada una de las cofradías capitalinas, sus emblemas y demás atributos específicos; lo que sin duda alguna sería un reclamo turístico a mayores, dentro del gran patrimonio histórico y cultural que tiene Pontevedra, que no es poco. ¿Qué tal en el Convento de Santa Clara?

De todos depende el poner en valor nuestro patrimonio religioso, histórico, artístico y cultural. Pero si hay algo que hacer es dar las gracias y resaltar la dedicación del cofrade, ¡UN VALOR INCALCULABLE!

Comentarios