Opinión

Vocación

Hoy inauguramos el mes de agosto, el mes 8 del calendario gregoriano que debe su nombre al emperador romano Octavio Augusto y que, contiene las semanas 30 a 35 del año 2021. Son curiosidades que me gusta compartir con ustedes.

Con esta fecha inician su período de descanso estival millones de españoles, pero yo las finalicé el pasado viernes día 30, un período de descanso y desconexión del trabajo diario que desde el día 5 de julio quise invertir en mi servicio como reservista voluntario en la Armada Española, con destino en la Escuela Naval Militar de Marín.

A las personas que me conocen bien o desde hace tiempo, no les ha parecido inusual, aunque no han sido pocas las que me preguntaron el "porqué" de esa mi decisión.

Tras haber sido activada, por el ministerio de Defensa en su boletín de fecha 17 de diciembre de 2020; mi tiempo de descanso laboral lo he dedicado al servicio a mi país; y lo he hecho con la misma responsabilidad, ilusión, dedicación y lealtad que en mi primer destino en el año 2005 (entonces en el Cuartel General de la Armada en Madrid, y desde entonces y hasta la fecha en la Escuela Naval Militar). Porque poder ejercitar la gran vocación de uno, es de lo más gratificante en esta vida, y que tener la grata e inmensa responsabilidad de ser "Reservista Voluntario" en la Armada Española, para mí es todo un honor.

Y para los lectores que aún no sepan sobre la condición de ser un «Reservista Voluntario», añadir que es una persona que desea aportar, de forma voluntaria y temporalmente, sus capacidades, habilidades y conocimientos, en las diferentes misiones que llevan a cabo nuestras Fuerzas Armadas, en el cumplimiento de la función que la Constitución les asigna como respuesta a los compromisos asumidos por el Gobierno. En el último anuario de 2019 este colectivo lo componíamos 3.388 personas en el total de las Fuerzas Armadas Españolas, de los cuales el 19,7% pertenecemos a la Armada. 

En mi caso concreto y destinada en la EN M, desarrollo actividades de colaboración profesional en áreas como las de comunicación y protocolo que, ya ejercí o ejerzo en mi condición laboral civil, Y desde la posibilidad que me confiere la Ley de Defensa Nacional y de Carrera Militar, así como el Reglamento de Reservistas de las Fuerzas Armadas. 

Pues quizá aún sigan muchos preguntándose el porqué de esta decisión y no haber optado por tumbarme al sol en una recóndita playa en donde pudiera haberme perdido del mundo en estos 25 días; pues decirle que no soy la única, y conmigo en la Escuela Naval Militar estaba otro compañero Reservista Voluntario, Mariano, un enfermero de Ciudad Real que quiso invertir sus vacaciones administrando la vacuna anti Covid- 19. Pero me consta que somos la mayoría los que compaginamos nuestro servicio activo con el período de disfrute vacacional. ¡La vocación impera!

Dicen los expertos, y yo lo corroboro, que las vacaciones no son un capricho, sino una necesidad para nuestra salud física y mental, especialmente imprescindibles en estos tiempos de horrorosa pandemia que parece no acabar; y para tener un verdadero descanso que permita desconectar por completo de los quehaceres laborales y recargar pilas para la vuelta, es imprescindible tener en cuenta una serie de recomendaciones, las cuales pivotan sobre una ruptura total con nuestra rutina, es decir, que se note que estamos de vacaciones y no sólo lo parezca.

Pues precisamente eso es lo que yo he practicado, (además del ejercicio físico que me ha venido de maravilla, y especialmente al lado del mar), mi rutina diaria se rompió, y las tareas que desarrollé no tenían nada que ver con la actividad en mi oficina de Santiago; a lo que hay que añadir el estar con gente nueva que no conoces, el poder disfrutar de los que ya sí conocía. Sinceramente sentía el cambio de ciclo, lo que es necesario para el bienestar mental, anímico y físico.

Soy de esas personas que, aunque parezca mentira, no recuerdo un verano tirada a la bartola en la arena de la playa.

Desde muy niña mis veranos siempre fueron invertidos en formación, en campamentos, en intercambios, en cursos… Y la verdad me encuentro muy satisfecha por la educación recibida, aunque, repito, cada uno que disfrute de su tiempo de asueto como le venga en gana.

Yo me incorporo mañana lunes a mi trabajo civil, a esa rutina que intento romper día a día con alguna cosa nueva; y lo hago con las pilas cargadas de una energía especial, por unos valores extraordinarios que me han transmitido mis compañeros durante estos días, por el respeto, la colaboración, el afecto, la lealtad y el saber estar de todos y cada uno de ellos.

Ha sido para mí todo un honor servir a mi país, España, rodeada de la dotación de la Escuela Naval Militar de Marín, de su personal civil y de servicios, de los alumnos y sus familias; y haberlo hecho entre profesionales de tal categoría pero si cabe, mejores personas de las que he aprendido mucho y me llevo el mejor de los recuerdos.

A todos ellos sin excepción, del primero al último y del último al primero, mi más sinceras ¡Gracias!; las que personifico en la figura del nuevo Comandante-Director, el Capitán de Navío Ilmo. Sr. Don Pedro Cardona Suances, el cual iniciaba su singladura como máximo responsable de la Escuela Naval Militar este pasado martes día 27 de julio. Un militar excepcional, y una persona extraordinaria a la que, sin duda alguna, irán conociendo ustedes a través de todas las colaboraciones y los lazos que unen a ese insigne centro de formación con nuestra ciudad de Pontevedra.

Espero que los que vuelvan al trabajo lo hagan tan renovados como yo, porque estas vacaciones diferentes para mí no han sido vacaciones, han sido mucho más que eso; ya que yo tengo la suerte de elegir, y en vez de "vacación", opto por la "vocación".

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