Opinión

Cuestión de imaginar

IMAGINE QUE la Xunta de Galicia realiza una política económica que la sitúa por debajo del endeudamiento medio del resto de España. Imagine que la Unión Europea le reconoce esa buena gestión con un premio internacional. Imagine que la entrega ocurre en plena campaña electoral a la Presidencia de la Xunta. E imagine que Núñez Feijóo, lejos de rechazar la oferta por pudor político, decide acudir a la entrega con un séquito propio de un gran fasto. No es difícil imaginar la cantidad de palos y exabruptos que le regalaría la oposición. Y ya puestos, imagine a Mariano Rajoy acudiendo a Bruselas, en plena campaña de las generales, a recoger un premio que le hubiese otorgado la ONU. Da igual el motivo, la cuestión es sacar pecho y salir bien en la foto, que es lo que importa. Tampoco cuesta mucho imaginar la leña que le iba a caer. Pues ahora imagine a un alcalde cualquiera, acudiendo en plena campaña de las municipales a un evento de postín -uno de esos que acaparan muchos flashes- para recoger un premio por lo bien que ha gestionado su ciudad. ¿Merecimientos? Todos los del mundo, pero el momento y, sobre todo, el gesto del viaje podrían ser vistos por muchos como toda una bofetada a la ética. Solo es cuestión de imaginar.

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