EN SU campaña de San Valentín, una web de mascotas se hace eco de un estudio publicado en el Society & Animals Journal donde expertos en terapia animal sostienen que se puede querer más a un perro que a un adulto. Plasman así, científicamente, uno de los grandes temores de mis padres; ese que se les despertó desde que, según ellos, mi primera palabra fuese ‘perro’. Luego, las serias dudas que yo, tierno e inocente, mostraba cuando me pedían responder si les quería más a ellos o a Chuchi, mi perro de peluche, solo empeoraron las cosas. Así, por más que lo rogué de niño, jamás me compraron un perro. En asuntos del corazón, tan irracionales y poderosos, a veces es mejor prevenir que lamentar.
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