Opinión

Convaleciendo

Según diversas fuentes, tiendo a ser un huraño y un cabezacuadrada. Pero yo sé que no siempre es así. Jamás he querido tanto a mi pobre madre como cuando he estado enfermo en el extranjero; qué manera de añorar su ternura, su comprensión y su sabiduría maternal al verme desamparado, abandonado a mi suerte en un territorio hostil. Y nunca tengo tanta necesidad de cariñitos como cuando estoy hecho un ovillo en la cama, vapuleado por alguno de los gérmenes que acechan ocultos en la naturaleza. Debería tomar nota por el bien de mi entorno afectivo. Quizá comprender la propia vulnerabilidad sea bueno para saber manejar el amor.

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