Opinión

El mánager y la posmodernidad

La posmodernidad son verdades licuadas. Es difícil dar nada por sentado. Los juegos de mánager de fútbol lo demuestran. La fidelidad a unos colores, que se presumía inmutable, se negocia por un par de puntos que permitan derrotar al rival. Uno, pongamos que culé acérrimo, teme que el Madrid encaje porque le perjudica a Varane, que lo tiene alineado. Festeja a medias un tanto de Messi porque no optó por asistir a Ansu Fati, su puntal en ataque. No le escuece que Ter Stegen cante en el 90 si el gol lo cobra Morata. Un hombre puede cambiar de mujer, de partido o de religión pero nunca de equipo de fútbol, sostenía Galeano en tiempos analógicos y de valores firmes, hoy arrollados por el relativismo del mánager online.

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