Opinión

Apelación a Irene Montero

La ministra de Igualdad detalló en el Senado hace exactamente un año, en junio del 2020, los planes de su departamento para esta legislatura. En primer lugar, destacó la imprescindible lucha contra la violencia machista que calificó como «una de las violaciones de derechos humanos más graves que se cometen habitualmente en nuestra sociedad». Era una forma ampulosa de decir que los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas era el objetivo de su paso por el Gobierno.

Pero, prueba de que de las promesas a los hechos va un buen trecho, son los sangrientos datos de mayo. La desaparición del estado de alarma y el fin del confinamiento ha despertado los demonios del machismo y se ha llevado por delante la vida de siete mujeres. La inacción en este tema contrasta con la explícita pelea dentro del Gobierno por la legislación en torno a los derechos LGTBI y la ley ‘trans’.

Se ha trasmitido la imagen de que la defensa de ambos proyectos era el objetivo primordial del Ministerio de Igualdad para demostrar el peso de Podemos en Moncloa. Mientras, las mujeres amenazadas, obligadas por el confinamiento a vivir con su agresor, sorteaban el peligro. Eso sí, desde el ministerio se les instaba a denunciar las agresiones sin ofrecerles una casa de acogida para escapar.

Porque en este año no se han abierto más instituciones donde poder refugiarse. Por el contrario, se han cerrado varias. Así que el lema debería ser: denuncie y sálvese cómo pueda. Y, aunque la ministra también destacó como línea de trabajo la intensificación de la detección temprana de la violencia machista en la desescalada, el incremento en el número de atroces asesinatos demuestra que no se ha detectado nada, más bien todo lo contrario.

Parece que el asesinato de las niñas de Tenerife (una ya ha aparecido en el fondo del mar y se busca el cuerpo de la pequeña) ha despertado la indignación popular y las calles de las principales ciudades se llenaron la noche del viernes de protestas. Irene Montero hizo unas compungidas declaraciones en una emisora de radio y explicó que ya se temían un crecimiento de la violencia con la vuelta de la movilidad.

¿Y qué plan o medidas se prepararon desde el Ministerio de Igualdad para evitarlo? No hay respuesta. Como tampoco hay un plan para proteger a los niños de la violencia vicaria; esa que lleva a los hombres sádicos, narcisistas y desalmados a matar a sus hijos para «dar donde más duele» a las mujeres. Desde 2013 cuarenta niños han sido asesinados por su progenitor. Casi siempre ocurrió cuando el menor estaba conviviendo con el padre en el régimen de visitas pactado.

Todavía, la violencia vicaria no figura en el Código Penal. Si el Ministerio de Irene Montero tiene una finalidad es proteger la vida de las mujeres y sus hijos. Sin vida no hay igualdad que valga.

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