Opinión

El asunto físico

Todas las campañas, en todas las ciudades, alguien imputa al equipo de turno supuestas deficiencias físicas para explicar una mala racha

EN 2004 un periodista le preguntó a José Aurelio Gay si el Pontevedra estaba mal físicamente. El equipo granate llevaba cinco meses sin ganar fuera de casa, sufría con el invierno en Pasarón y jugaba sin la frescura que el entrenador madrileño demandaba. Al ver al equipo fuera de puestos de promoción por primera vez desde el inicio de aquella temporada, la prensa local se lanzó a averiguar los motivos y se los preguntó al propio Gay. Y Gay fue tajante. "¡Qué raro!", dijo irónico, "que salga ahora el tema de la preparación física", apostilló.

Gay dijo que Juanlu -que hoy juega en El Puente de veteranos- estaba como una moto, que el Rifle iba sobrado, que a Asier Salcedo no le faltaba gasolina y que Casablanca podría estar corriendo -sin coche- el resto de sus días.

Los indicadores científicos señalaban que el Pontevedra estaba en forma física, pero los deportivos aseguraban que la forma deportiva no era la correcta. El caso es que pasó el invierno, los campos florecieron y el Pontevedra con ellos. El equipo ascendió y todo el mundo se olvidó de lo mal que estaba físicamente aquel equipo.

Es imposible, mentalícense, que un equipo tenga rachas positivas eternas. Los mejores, pregúntenle a la Cultural Leonesa, pasan también por baches o malos momentos, pero generalmente (alguna rara vez sí) el análisis no es tan simple como el mal estado físico de un equipo.

Es el caso del actual bloque lerezano. Durante seis semanas, entre todas las teorías, se creó aquella de que el once se venía abajo físicamente y no era el de la primera parte del campeonato. Pero un conjunto que domina al final del duelo a los dos Racing, que a pesar del 0-4 muerde al Celta B hasta el final y que genera sus ocasiones en los últimos minutos de los partidos, como en Palencia o este domingo en Villaviciosa, de mal estado físico tiene poco.

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